Los apicultores gallegos advierten de la desaparición de las colmenas

La miel de producción ecológica es uno de los manjares más exportados de Galicia. El 85% de las plantas de Europa dependen de las abejas para completar la polinización y reproducirse. Dos apuntes, uno económico y otro biológico que sirven para prestar un poco más de atención a las denuncias de los productores de miel, que advierten de la desaparición de abejas y colmenas. Hay que profundizar en un misterio que angustia a los apicultores de la comunidad: ¿Por qué desaparecen las abejas?

Los propietarios de colmenas comienzan  a identificar la  causa del problema: los expertos relacionan la muerte de las abejas por la intoxicación por plaguicidas, del tipo de los que se han prohibido ya en Francia basadas en dos sustancias: el fipronil y el imidacloprid, unos neurotóxicos que provocan en estos insectos unos síntomas similares a los del Alzheimer humano. Aunque no se descartan otros factores: aparición de nuevos parásitos, sequía e incluso las ondas de los móviles podrían haber afectado a los valiosos insectos.
La Unión Nacional de Apicultores Franceses (UNAF) fue una de las primeras organizaciones europeas que, hace ya una década, señaló como principal culpable de la desaparición de las abejas la utilización de insecticidas sistémicos neuronales, que usan como materia activa los citados compuestos químicos.
La mayoría de los apicultores gallegos apoya esta corriente, respaldada por numerosos estudios internacionales y por su propia experiencia.

En declaraciones hechas al Faro de Vigo, Jesús Asorey, biólogo y secretario técnico de la Asociación Galega de Apicultura (AGA) y director de la Casa das Abellas en Abegondo, recuerda que el problema comenzó hace unos 12 años y cuenta su propia experiencia, de cómo la mortandad en sus 250 colmenas pasó del 5% al 80% en algunas zonas. También señala que la producción de miel en la comunidad cayó un tercio en la última década.”.

En estos momentos existen en Galicia unas 80.000 colmenas que trabajan cerca de 3.000 apicultores (la mayoría de ellos aficionados). Hace diez años, el número de colmenas era de 120.000 y la producción de miel es un tercio menor, según apunta Asorey.

Los territorios más afectados son aquellos donde se practica la horticultura y fruticultura más profesionalizada, ya que es donde se realizan más tratamientos técnicos. El problema también apareció en zonas de monte donde se fumigaron eucaliptos y donde se sembraron cereales de paja, trigo, centeno. Los contaminantes viajan por tierra, agua y aire.

La opción que se plantean los apicultores es la de trasladar las colmenas a zonas del monte libres de pesticidas y la apuesta por la agricultura ecológica y respetuosa con las cadenas naturales. Aunque todavía no está claro que los pesticidas sean los únicos culpables, esta es una medida preventiva mientras se esperan los resultados de las investigaciones que la Consellería de Medio Rural está haciendo al respecto.

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