La renovación de todo un clásico. Esto es lo que ha hecho el taller de yogures ecológicos Casa Grande de Xanceda, desde su explotación lechera de Mesía (Ordes), al incorporar al catálogo de sabores, la vainilla, también ecológica. Desde este mes de octubre ya se encuentra en los lineales de los supermercados de El Corte Inglés, Alcampo, Supercor y tiendas ecológicas sorprendiendo a la comunidad, cada vez mayor,de fans y fieles del yogur de Casa Grande de Xanceda.
La vainilla ecológica se suma así al repertorio de yogures enteros naturales o natural con albaricoque, fresas o frutas del bosque y su correspondiente versión desnatada.
Leche con sabor a fresa
Los responsables de Casa Grande de Xanceda no paran de darle vueltas a la cabeza para incorporar un mayor número de productos innovadores al mercado de la leche ecológica. De cara al futuro más inmediato está previsto una novedad más, una leche ecológica con sabor a fresa que seguirá los mismos estándares y certificaciones de producción ecológica y la normativa de bienestar animal.
Todo es producto de la inquitud innovadora de Casa Grande de Xanceda, pues ya hace un año lanzó al mercado una línea de yogures especialmente destinada a los niños, el Yogur Junior, que ya se ofrece en los menús de colegios de Galicia y Andalucía.
El yogur con I+D+i
Vecino a la Casa Grande, rehabilitada para albergar las oficinas de la empresa, el taller de fabricación de yogur ecológico respeta el estilo arquitectónico de su entorno. Para producir el yogur se buscó el asesoramiento en I+D+i del Aula de Productos Lácteos de la Universidad de Santiago.
De Xanceda salen cada dia unos 10.000 yogures, aproximadamente. Podrían ser más, pero se ha optado por concentrar la leche de manera natural sin añadirle aditivos, proteínas, conservantes o leche en polvo tal y como es habitual en la producción industrial. El resultado de este método, conocido como Ultrafiltración, es un yogur cremoso de calidad, alto en proteínas y calcio y bajo en acidez, grasas y lactosa, una combinación a la que en el caso de los yogures de fruta se le añade un preparado, también ecológico, elaborado en Austria con una composición exclusiva que llega a Xanceda refrigerado, nunca congelado o liofilizado.
La idea y la historia
De 20 vacas a 300, de 30 hectáreas a 170. 1,2 millones de litros de leche al año. Casa Grande de Xanceda ha crecido desde que fueron importadas las primeras cabezas de ganado desde Canadá en los años 60 por Augusto Assía, pseudónimo bajo el que se identificaba el escritor y periodista Felipe Fernández Armesto, quien tejió una de las carreras más destacadas del periodismo español.
Corresponsal en el extranjero durante casi sesenta años, Augusto Assía fue testigo privilegiado del fin de la República de Weimar y del auge y caída del nazismo. Hitler le expulsó de Alemania y el periódico lo envió a Londres. Fue el único español que vivió y narró la resistencia de Londres a los ataques alemanes durante la II Guerra Mundial. Asistió al Proceso de Nuremberg y explicó desde EEUU muchas claves de la guerra fría. Sus crónicas recogieron la constitución de la ONU y de la Comunidad Económica Europea.
Cuando sintió que era tiempo de guardar la maleta se instaló en Xanceda con su mujer María Victoria Fernández-España, escritora, literata y política y nieta del fundador de La Voz de Galicia. Allí siguen los tesoros recogidos durante todos esos años, una de las mejores bibliotecas sobre los acontecimientos históricos del siglo XX y recuerdos del recorrido de ambos por muchos puntos del mundo.
La filosofía empresarial de hoy en Casa Grande de Xanceda sigue intacta. Son algo más que buenas intenciones. Cuando Juan Fernández Armesto comenzó a acariciar la idea de fundar una sociedad agraria de transformación, junto con el veterinario coruñés Guillermo Martínez pensó en fabricar quesos. Acabó decantándose por el yogur. En él vuelca un ideario singular, representado en el compromiso y desarrollo social, el bienestar animal y la credibilidad. Esto se concreta en que jamás usan pesticidas ni productos químicos, las vacas de Xanceda no viven estabuladas, sino que pastan al aire libre con forrajes sin pesticidas, herbicidas o abonos de síntesis y beben agua de los manantiales del lugar.