Junto al faro del Cabo Fisterra, en la Costa de la Muerte, se encuentra el mágico kilómetro cero del Camino. Aquí finaliza, o empieza, la Ruta Jacobea, y aquí acababa antiguamente también el mundo de los mortales, en la Finis Terrae de los romanos. Muchos peregrinos cumplen el rito de quemar las ropas y el calzado al atardecer y esparcir las cenizas, como señal de purificación, del fin de una vida y el comienzo de otra nueva.
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