El denominador común de las fiestas del carnaval es la presencia en el horizonte de la Cuaresma, cuarenta jornadas que precedían a la Semana Santa caracterizadas por la privación en la toma de alimentos y la mortificación del cuerpo. El Carnaval, entonces, era una preparación liberadora para las largas semanas que estaban por venir, así que antes de sumergirse de lleno en los tiempos eclesiásticos, el pueblo daba la vuelta al orden y se entregaba a los placeres paganos.
En nuestras sociedades, con menor presencia de la religión en el espacio público, los rigores de la Cuaresma se han atenuado, pero el carnaval aún conserva sus pecados de la carne. De la carne de cerdo, para ser exactos. Si van a disfrutar del entroido gallego, especialmente en el interior de la provincia de Ourense, prepárense para un menú rico en carne, dulces típicos y buenos vinos y licores. Aunque la carne de cerdo reina sobre los demás manjares; el lacón, la careta de cerdo o “cachucha”, y los chourizos, acompañados de grelos y cachelos — patatas cocidas–, cuyas mejores variedades se encuentran en la comarca de A Limia.
No puede faltar el cabrito o cordero criado en las montañas de Ourense. En la zona de Viana, destaca la “androlla” o “botelo”, preparado de carne embutida en una tripa gruesa de cerdo.
Por estas fechas de Entroido, también se celebran fiestas gastronómicas en algunas de sus villas. Son las populares Fiesta de la Cachucha en Laza y Fiesta de la Androlla en Viana do Bolo, que tendrán lugar los días 12 y 14 de febrero, respectivamente.
Entre los postres y dulces no pueden faltar una Bica Branca de Trives y cualquiera de las especialidades que se cocinan por estas fechas: Orellas de Entroido, Roscón, Leite Frito o Filloas —especie de crêpes, acompañados de nata, chocolate o miel—, deliciosos sabores para paladares exquisitos. No pueden faltar tampoco los licores y aguardientes gallegos de hierbas y de café, o el Xastreus, propio del Carnaval.