Imagínense que pueden degustar la cocina típica de trece puertos marítimos diferentes, en una sola cena, y sin levantarse de la silla. Añádanle que, mientras disfrutan de un solomillo con cantarelus de Burdeos, el restaurante en el que se encuentran se desplaza por la cornisa cantábrica, dirección Francia. Puede parecer complicado. Pero este es el objetivo de los alumnos del último año del Centro Superior de Hostelería de Galicia.
De momento, en la escuela no disponen de un barco, pero si de una sala ambientada al detalle para crear la atmósfera de un “crucero gastronómico” que lleva por nombre ‘Bon Voyage’. Barcos a escala, remos, candelabros y boyas marítimas son parte de la decoración. Durante esta semana, sus organizadores fusionarán tradición y nouvelle cuisine y deleitarán al comensal con platos frescos y sabrosos, de distintos puntos de España, Francia y Portugal. Se trata de un proyecto de fin de curso de estos siete alumnos del centro de hostelería, que reproducen durante una semana la vida en un restaurante de un barco crucero.
La ilusión y el esfuerzo se perciben en el comedor, en el nerviosismo y en el deseo de que todo salga bien. “Hemos trabajado muy duro para que todo estuviese perfecto”, dice Violeta García, que hace el papel de maître en este ensayo de realidad. Ella, junto a sus compañeros de promoción, ha tenido que lidiar con proveedores, empresas y, por qué no decirlo, con ellos mismos, para conseguir llevar esta idea a cabo.
“Con esta experiencia nos dimos cuenta de lo complicado que es trabajar en equipo”, afirma Alejandro Veiga, el encargado de la cocina. Violeta siente lo mismo, “nos vemos demasiadas horas entre las clases y el proyecto”. Si a ello sumamos el plan de explotación, la ambientación en sala, la creación de una carta interesante, la obtención de la materia prima, y el marketing, se entiende su deseo “de que la semana acabe”.
No cabe duda de que estudios de viabilidad como el ‘Bon Voyage’ ayudan a que los alumnos entren en contacto con el mundo empresarial, un puente entre lo académico y lo empresarial. “Hoy estaba a las seis de la mañana en la Praza de Abastos”, dice Alejandro, “te das cuenta de que conseguir producto fresco es muy importante, y no siempre es fácil”. Sobre todo, considera el jefe de cocina, “si eres estudiante, tienes menos facilidades por que el proveedor no nos conoce”.
La evaluación del trabajo de los alumnos correrá a cargo de los profesores, pero también de los clientes. Después de cada servicio se les entregará una encuesta, para que valoren los diferentes platos degustados.
Inauguración
Esta noche abrirán las puertas del ‘Bon Voyage’, y aunque no zarparán, si ofrecerán la comida prometida. Dependiendo del bolsillo de cada cual, se podrá elegir entre la Ruta Corta, que va desde A Coruña hasta Brest, o la Ruta Larga, que sale desde Vigo, pasando por Lisboa y Mallorca, hasta atracar en Marseille.
En la primera opción nos ofrecen cinco platos diferentes. Entre ellos, una lata de hojaldre con mejillones en escabeche al más puro estilo herculino, una sopa de mariscos potenciada con huevas de erizo, propia de Santander, y de postre, una crepe en forma de tulipa rellena de frutos rojos, espuma de arándanos y helado de champagne.
Si por el contrario queremos darnos un capricho y elegimos la segunda ruta, podremos disfrutar de ocho platos diferentes. Desde la empanada de maiz con zamburiñas de la ciudad de Vigo, a una ensalada de marinada de atún rojo y micro-mezclum de brotes del puerto luso de Faro, pasando por el secreto de cerdo con tumbet de Palma de Mallorca, y rematando la faena con dacquoise con royal de albaricoque, aire de pistacho y helado de queso, en el muelle francés de Marsella.
Por M.Turnes.