La evolución del perfil del peregrino cambia a medida que se amplía su base: cuántos más caminantes se dirigen a Compostela, más necesidades hay que cubrir cuando la meta se alcance. En el año de la Gran Recesión, los peregrinos a Santiago siguen cumpliendo con el camino de las estrellas. Muchos de los llegados regresan a sus lugares de origen después de haber cumplido con los ritos preceptivos: recoger la Compostela, entrar por la Puerta santa, abrazar la imagen del Hijo del Trueno y mirar de soslayo la nave principal del templo, visitar la urna de plata que guarda las cenizas del apóstol y visitar la zona vieja, regresan inmediatamente a sus casa.
Pero cada vez son más los que se hacen la gran pregunta: “¿Y ahora qué?”
Las estancias en la ciudad después de haber completado la ruta xacobea se limitan en algunos casos a un día o dos, como mucho, según las agencias de viajes especializadas en el Camino de Santiago. Durante este tiempo, los peregrinos se dedican a dos cosas, básicamente: a conocer la ciudad y a restaurar el cuerpo, un poco maltrecho después de las jornadas de marcha y de dormir lo justo, en muchos casos. Además de homenajear al estómago en los muchos restaurantes de la ciudad, cada vez son más los que buscan tratamientos específicos para músculos y articulaciones. Es por esto que en la ciudad han proliferado los tratamientos de un día para peregrinos, como en el complejo de salud Espagat o en el Balneario de Compostela.
Según los propios operadores, el número de peregrinos que opta por alargar su estancia en Galicia aumenta. Durante esos cuatro o cinco días, los peregrinos quieren conocer Galicia y los desplazamientos son lo más habitual. Gracias a la prolongación del Camino hasta Fisterra, la oferta turística en Costa da Morte ha aumentado, con la aparición de productos turísticos especializados para peregrinos, como el Bono Iacobus. Estos permiten conocer una comarca gallega famosa pero que carece de comunicaciones óptimas con Santiago.
Aunque no todas las ofertas se encuentran en el arco geográfico del camino. Encontramos que establecimientos de categoría media-alta ubicados en localidades un perfil turístico orientado al ocio y la playa también participan del Xacobeo. El hotel-tálaso Louxo La Toja (cuatro estrellas, en A Toxa, Pontevedra) acaba de lanzar una oferta para peregrinos en la que convergen dos de los activos turísticos del país: por un lado, el Camino y por otro, el turismo termal.
La oferta es la siguiente. Por 59 euros por persona y día (en temporada baja), los visitantes tienen alojamiento en habitación doble y desayuno buffet. Hasta aquí todo normal. Lo interesante viene en el circuito reparador. “Está pensado para personas que acaban de hacer el Camino. El precio nos parece competitivo y está funcionando bien –cuenta María Arias, directora comercial del Louxo la Toja–. Además, no es tan raro que los peregrinos se interesen: después de todo lo que han hecho ¿Por qué no concederse un descanso como este?”. Los usuarios tienen a su disposición el centro de talasoterapia: un recorrido por piscina de mar con chorros subacuáticos a contracorriente, cascada de agua de mar, cuello de cisne, sauna, hamman y jacuzzi. El tratamiento sigue con un masaje terapéutico y una aplicación de parafango marino (pequeñas tiras de lodos en espalda y cuello).
En temporada media cuesta 72 euros y en la alta, 110 euros.
“Creemos que este tipo de ofertas, en las que el camino y el turismo termal y terapéutico van a ir a más, es cuestión de dar a conocer más la oferta existente, pero por ahora está funcionando bien” admite Arias.
Los días de las hazañas y sacrificios que se unían a quienes hacían el Camino continúan, pero hay que reconocer que cada vez hay más formas de paliarlo.