Como una pequeña burocracia espiritual y con un método de trabajo exhaustivo pero propio del siglo pasado (todos los datos se recaban a mano) se van completando los diplomas y la cola avanza poco a poco. Es un jueves de un mayo con clima loco, pero en la oficina no falta trabajo. “Esto no es nada” comenta Eduardo Pérez, responsable de la oficina. “En abril entregamos 19.572 Compostelas, mientras que en 2009, expedimos 12.000”.
Las cifras confirman que el Año Santo está funcionando, incluso más que el último, celebrado en 2004 y sin la sombra de la gran Recesión detrás. Aunque la peregrinación es un fenómeno que permanece ajeno a la crisis gracias en buena parte a que no se trata de una actividad excesivamente cara.
En la oficina trabajan 24 personas y Eduardo prevé que durante el verano se producirá una avalancha de caminantes en busca de su certificación. Según una estimación aproximada, los viejos tablones del despacho de compostelas soportarán el paso de 250.000 peregrinos. En 2004, recibieron su certificación 180.000 personas.
Esta estimación tiene en cuenta tanto a peregrinación mundial de la juventud a Santiago prevista para agosto –que podría traer hasta 60.000 peregrinos—como la visita del Papa Benedicto XVI a Santiago el próximo noviembre, lo que podría atraer a más gente en unas fechas con menor volumen de peregrinos.
Aunque no sólo se certifican documentos. En la Oficina se ocupan de gestionar las donaciones necesarias para poner a volar el botafumeiro, y se informa de los horarios de las misas en la Catedral.