La última exposición fotográfica del Xacobeo ubica en dos salas de San Martiño Pinario (Tullas y sala Fernando Casas) las fotografías de Manuel Valcárcel, que recorrió con su cámara las tres ciudades consideradas como centros espirituales europeos por antonomasia: Santiago, Roma y Jerusalén. Para subrayar la idea de tránsito y peregrinación, el objetivo de Valcárcel apunta también a lan ruta que unió los tres lugares santos: de Santiago a Oloron, Narbonne, Avignon, Briaçon, Piamonte, Siena, Roma, Bari, Bar, Pec, Pristina, Sofía, Estambul, Ankara, Capadocia, Alepo, Damasco, Ammán y Jerusalén.
Las instantáneas muestran un contenido radicalmente humano que quiere servir al espectador y hacerle partícipe de la naturaleza espiritual y humana que contiene esta ruta, y, aunque la disposición en las salas nos lleve de Oriente a Occidente, otra forma de verlo sería el camino que lleva desde la multitud hasta la soledad. De los lugares ocupados y fraccionados a las grandes extensiones únicas y solitarias donde las individualidades se encuentran por azar y necesidad.
Las primeras imágenes de los lugares santos para el cristianismo muestran la diversidad de la fe que comparte escenarios: espacios archiconocidos como la basílica de la Roca o el Santo Sepulcro acogen a personas de todos los lugares de Europa, con su particular confesión (griega ortodoxa, rusa ortodoxa, católico-romana, judía, musulmana) se reencuentran en un punto de misticismo y respeto por la tradición que, de repente, se topa con la realidad externa: un espacio urbano ocupado al milímetro, como si fuese la obligación de un enjambre en guerra no ceder ni un palmo de polvo. No es el ecumenismo el que sale retratado en las fotos de Valcárcel, sino los impulsos sublimados del peregrino en forma de rituales religiosos.
Una de las escenas que más llama la atención son las dedicadas a Jerusalén, Ammán y Siria, en la que la dimensión de la peregrinación toma un lado más oscuro: el deseo de reivindicar lago como propio y exclusivo, la necesidad de marcar unos límites espirituales porque de ello también depende la fuerza de una comunidad con unos intereses. Y una población nativa que persiste y vive.
Siguiendo la senada solar, la historia de la Europa contemporánea: las puertas de Estambul, donde aún se dan la mano cordialmente y los restos de pasado orgulloso que sobreviven entre la presión inmobiliaria y la banalización turística. Los retratos a escala humana de la basílica de Santa Sofía.
De camino imaginario a Compostela, los Balcanes y las huellas del destrozo provocado por las fracciones y las multitudes, por la guerra y sus paisajes posteriores. Y a medida que se alcanza Santiago, los bosques, la quietud, la soledad del peregrino. La otra cara de los que caminan y se encuentran. Y la meta. Y las músicas.
Dos formas de ver la espiritualidad. Dos caras de la misma moneda bajo las lentes de Valcárcel, con imágenes que cuentan historias y se recrean en las sensaciones.
Datos de interés:
Lugar: San Martiño Pinario, praza da Inmaculada, 5.
Horario: de martes a domingo. De 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 20.30 horas.
Entrada libre.