Así, el próximo 6 de noviembre el Santo Padre llegará a Santiago acompañado por el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarsicio Bertone, y otras autoridades eclesiásticas y laicales de la Santa Sede. La llegada al aeropuerto de Lavacolla se producirá a media mañana. Allí, será recibido por diferentes autoridades eclesiásticas y civiles, tanto estatales como autonómicas y locales. La presencia del Rey no está confirmada todavía. Este será el primer acto público de Benedicto XVI en tierras gallegas.
Desde allí, el Sumo Pontífice se trasladará en el ‘papamóvil’ a la Azabachería, puerta por la que hará su entrada en la Catedral, como “peregrino de la fe y testigo de Cristo Resucitado”, según subrayó Julián Barrio. La entrada no se producirá por el Obradoiro porque la plaza estará ya vallada y ocupada por un importante número defieles, impidiendo la movilidad de los vehículos.
Una vez en el templo, Benedicto XVI se dirigirá a la Capilla de la Comunión para tener un “momento de oración”. Después, podrá contemplar el Pórtico de la Gloria, del que ya se habrán retirado los andamios; rezará ante la tumba del Apóstol, pasará por la Puerta Santa, abrazará al Apóstol, dirigirá unas palabras a los presentes y disfrutará del Botafumeiro, “como tantos otros peregrinos”, señaló Barrio. La asistencia a este acto se producirá por “rigurosa invitación”, tal y como informó el coordinador de la visita, Salvador Domato. El aforo está fijado en 700 personas, entre enfermos, niños, ancianos y religiosos.
Misa multitudinaria
Tras comer y descansar en el Palacio Arzobispal, Benedicto XVI ofrecerá una misa multitudinaria en la plaza del Obradoiro ante un máximo de 10.000 personas. Sobre el aforo final, Julián Barrio señaló su intención de “acoger al mayor número posible de personas” y mostró su deseo de que la climatología acompañe. La eucaristía será cantada y tendrá una duración aproximada de dos horas.
Salvador Domato explicó que la entrada del Papa en la plaza se producirá en diagonal, ya que su capacidad y las necesidades de seguridad del Pontífice no permiten que se acerque a la gente, aunque puntualizó que “todo el mundo podrá verlo”. Así, Domato comentó que “la seguridad del Papa necesita más espacio del que uno quisiera”.
El altar se situará en la esquina entre el Concello y el Rectorado. La estructura tendrá una altura máxima de 8 metros y una rampa de acceso en vez de escaleras. En él, se situarán en Papa y obispos, además de los sacerdotes concelebrantes y todas aquellas personas que vayan a intervenir en la ceremonia. El concello ha cedido la parte baja de su sede para que sirva de sacristía al Pontífice. La estructura diseñada para el altar es cerrada, para hacer frente a posibles chaparrones.
En el Obradoiro, habrá zonas reservadas para las autoridades asistentes y diversas personalidades. En el Rectorado, se situará una gran pantalla, al igual que en el interior de la Catedral, en la plaza de la Quintana, en San Martín Pinario, en la Alameda, en el Toural y en la plaza de Cervantes.
Durante la eucaristía, está previsto que la Real Filarmonía y el Coro de la Catedral interpreten una Misa de Mozart, además de cantos populares, una obra creada especialmente para la ocasión, el Himno del Apóstol y algún canto jacobeo.
A última hora de la tarde, el Santo Padre se dirigirá a Lavacolla y allí será despedido por un reducido número de autoridades. Esa noche la pasará ya en Barcelona, a donde acude para consagrar el templo de la Sagrada Familia.
Llamada a los fieles
Durante la presentación del programa, Julián Barrio ha pedido que el Papa “encuentre la mejor acogida y hospitalidad que podamos ofrecerle, dentro de la línea de austeridad que el Santo Padre ha planteado”. Así, el arzobispo compostelano expresó su deseo de conseguir la “mayor presencia posible” para que el obispo de Roma sepa que “en lo poco o mucho que podamos hacer puede contar con nosotros”.
En este sentido, el arzobispo resaltó que esta visita es un “hecho excepcional, porque es la primera vez que un Papa viene expresamente a Compostela por ser año Año Santo”. El viaje de Juan Pablo II en 1982 se produjo con motivo de una viaje pastoral. Asimismo, destacó la “repercusión” que esta cita está teniendo, ya que el Papa es “consciente de lo que realmente Santiago está significando para la renovación europea”.