El convento de San Francisco marca el límite eclesiástico a la primera expansión compostelana. Desde su fundación, apenas un pequeño burgo se atrevió a cruzar el umbral del oeste marcado por la fachada de la praza do Obradoiro, que en tiempos dejaba a la vista el magnífico Pórtico da Glória. San Francisco es parte de la historia de la ciudad desde que el santo peregrinó hasta el occidente europeo. Y su convento, un contrapunto humilde al despliegue de San Martiño Pinario y San Paio Antealtares.
En la actualidad, la función religiosa convive con un aprovechamiento comercial del espacio. En el convento de San Francisco encontramos uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. Aunque hoy no estamos aquío por este motivo. La cafetería del hotel cuenta con una terraza que ofrece en verano un abrigo singular y agradecido. La terraza se sitúa en el claustro del convento. No se trata de los grandes deambulatorios del románico y el gótico, sino que el espacio gana en fuerza y sobriedad gracias al estilo neoclásico, macizo y sin concesiones. Parece que durante el siglo XVIII los franciscanos se afanaban en otras tareas diferentes a la de la contemplación mística arrobada.
La mejor hora del día para visitarla es por la mañana. El sol del mediodía no cae directamente y los gruesos muros de granito protegen del calor sofocante. Eso sí, la calidad se paga. San francisco tiene unos precios por encima de la media de la ciudad. Un desayuno simple –tosatada, zumo, café—está cerca de los ocho euros.
Datos de interés:
Lugar: Convento de San Francisco, rúa Valdedeus, s/n
Horario: de 12.00 a 20.00