Llegar al restaurante no es fácil , pero hasta es interesante perderse un par de veces para llegar a Pepe Vieira. El peregrinaje hostelero, para darse de bruces con un bunker enogastronómico, rodeado de árboles, un huerto y vistas al mar de Tambo, te asegura que el apetito esté abierto de par en par.
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