Estas situaciones no cabían en ripios endecasílabos: sólo podían hacerse nuevos versos y aplicar las nuevas tecnologías para dar testimonio al gran fenómeno que marcó –y marca—a Galicia. La fotografía es una de las herramientas claves que proporcionan la realidad de la emigración y su momento más dramático: el embarque.
Los puertos de las grandes ciudades se convertían en el escenario de la separación, del miedo, la incertidumbre. Columnas de hombres y mujeres jóvenes llorando, niños y ancianos sobrecogidos. La mayoría sin más mundo que el de su comarca, se encuentran de repente abiertos al abismo atlántico. Nada es como habían imaginado, y entre el paraíso de las Américas y su casa de la aldea su identidad se muere, tragada por el océano que muchos acaban de ver por primera vez. Sin remedio ni vuelta atrás.
Los fotógrafos que retrataron estos momentos han ganado popularidad y su trabajo ahora es parte de la historia gallega. Alberto Martí (A Coruña, 1922) es uno de esos fotógrafos. Durante su trabajo como reportero gráfico de La Voz de Galicia retrató los rostros de la segunda emigración masiva a América, ocurrida entre 1957 y 1963.
Ahora 73 fotografías en blanco y negro que Martí realizó como fotoperiodista componen la exposición Os adeuses, que ocupan desde ayer las paredes de la Fundación Barrié de la Maza en A Coruña. La muestra recoge esos retratos hechos en los puertos de A Coruña y Vigo, y permanecerá abierto hasta el 5 de septiembre.