El 18-8-2010 falleció en Santiago de Compostela el fotógrafo Luis Alonso Ocaña a los 51 años. Viajero incesante que fue, partió para acometer este viaje final en mitad de este primer año xacobeo del nuevo siglo. Sin embargo, como enseña la filosofía budísta no pensemos que se haya ido para siempre, sino, simplemente, se encuentra en el camino de la reencarnación.
Luis nació en Vigo el año 1959, y puesto que, si de casta le viene al galgo, su tío ya fué un conocido fotógrafo y reportero, que trabajó a menudo en Sudamérica, llegando a ser el retratista personal del general Perón. Uno de sus abuelos además fue un pionero de los contactos con las tribus del Amazonas a comienzos del siglo XX. Este espíritu aventurero sin duda también lo heredó Luis.
Su juventud transcurrió entre Vigo y Madrid, pues sus padres son de origen gallego. Realizó sus estudios de fotografía en una academia de fotografía de publicidad en el año 1983. Participó en los proyectos de la UNESCO sobre Patrimonio de la Humanidad entre los años 1983 y 1986, y viajó por Francia, Canadá y EE.UU. También experimentó la fotografía con la combinación de 3D, ya que dirigía una empresa de animación, sabía bien cómo crear imágenes fantásticas a través de las últimas técnicas informáticas.
Casado con una enfermera gallega, que pidió exedencia para cuidarlo exclusivamente a él este año hasta su último momento, y con dos hijas, que hoy lo extrañan con profunda tristeza, se asentó en Brión donde actualmente residía, y que era su centro de operaciones. Allí era un vecino por todos conocido y apreciado, que participaba en numerosos eventos culturales de la localidad. No mentiré si digo creer que, como a otros amigos y conocidos, la noticia de su óbito les habrá hecho sentirse un poco huérfanos, porque, en cierta medida, constituía un patrimonio de todos.
Como artista que era, trató de captar en su objetivo con gran sagacidad la quintaesencia de las cosas, bien fueran monumentos históricos, como las Torres de Brión o más circunstanciales como el solitario pato blanco, popular húesped del río que atraviesa esa misma localidad, siempre desde un punto de vista que arranca incluso de lo más mundano un áura de trascendencia.
Gran amigo de la comunidad benedictina de la abadía de Samos, que conocía en profundidad y amaba de corazón, realizó una serie de fotografías, recopiladas en un libro publicado por la Xunta de Galicia, donde a sus piedras les confiere una espiritualidad parecida a la que el Greco imprime a sus cuadros. Estas parecen flotar y elevarse, engrandeciéndose, de forma que, si el monasterio es en verdad realmente bello, en sus fotos resulta sublime.
Si ya en su juventud se había interesado por las filosofías orientales, en los últimos cinco años tuvo ocasión de visitar Japón en varias ocasiones, llegando a convivir durante unas semanas con los monjes budistas del templo de Koyasan.
Con el patrocinio de la Sociedad de Xestión del Xacobeo tuvo ocasión de ser protagonista en primera persona de un proyecto dirigido tanto a reforzar los lazos de unión entre la Prefectura de Wakayama y Galicia, tierras hermanas desde el año 1998, como de patrocinar la Comunidad Autónoma en Japón.
Específicamente, y ya que el Camino de Santiago y el del Kumano Kodo, ámbos patrimonio de la Humanidad, se encuentran también hermanados, el fotógrafo japonés sr. Tomohiro Muda realizó un extenso trabajo fotográfico sobre el Camino, mientras que Luis Alonso Ocaña recorrió los lugares más emblemáticos del camino japonés, fructificando su esfuerzo en la publicación de un libro conjunto y multilíngüe, y en una colección fotográfica que fue expuesta (y aún lo está) en Japón y en Galicia, pero que también se convirtió en itinerante, recorriendo Francia y España.
De estas fotos podemos decir que, si Muda explota, siguiendo una tradición muy japonesa, las graduaciones de la obscuridad, Luis A. Ocaña consigue en cambio extraer la luz de las sombras, guiándonos cual lazarillo en una novedosa visión de los templos y monumentos funerarios del Kumano Kodo.
También estuvo presente la exposición itinerante sobre el monasterio de Samos en varias ciudades en Japón con ocasión de la campaña de publicitación del año santo compostelano 2010 y de Galicia en general que tuvo lugar hace tres años, y en la que además participaron varios chefs de cocina gallegos del máximo prestigio,
Luis colaboró voluntariamente asimismo en la elaboración de una guía del Camino de Santiago editada en Tokyo en japonés, y que está resultando un éxito editorial con más de 3.000 ejemplares vendidos desde la fecha de su publicación, en octubre de 2008. Dice el editor sr. Fujita que mucha gente que no conoce el Camino de Santiago lo compra atraida por las preciosas imágenes de Galicia que había hecho Luis.
Su prestigio en Japón es amplio, contando con numerosos amigos en ese país, desde varios alcaldes como el sr. Saratani de Totsukawa (Nara), el catedrático de la Universidad Sophia de Tokyo sr. Antonio Tinoco, el misionero gallego padre Fraga S.J., y algunos muy renombrados artistas como el escultor y pintor experto en Arte Románico sr. Munehiro Ikeda.
Creemos que su legado no constituye una estrella fugaz de efímero brillo sino una verdadera constelación que muestra un camino a seguir para otras personas con inquietudes artísticas e intelectuales con vocación.
Uno de los sueños que no ha podido realizar es recorrer el camino “Sarashina Kiko” al norte de Tokyo por el que el gran maestro de “Haiku” Basho Matsuo pisó hace más de tres siglos, y hacer fotos de esos lugares donde el maestro de los versos declamó sus “Haikus”. Bueno, será en una próxima vida. Hasta entonces, “!Sayonara, Luis…!”.
(texto: Megumi Shiozawa – su coordinadora de proyectos con Japón, y amiga de su familia)