La elaboración de la tabla ha atendido a siete elementos de discriminación: la aplicación en marketing estratégico y apoyo comercial; la accesibilidad y conectividad por medios de transporte; la ordenación del espacio turístico; la diversificación y ordenación de los productos turísticos; la formación de los recursos humanos empleados en el sector; el interés que el poder político pone en el turismo y por último, los resultados económicos y sociales.
La comunidad gallega destaca en el apoyo comercial y en el marketing y en la atención que el poder político da al sector turístico. En el resto de parámetros, Galicia ocupa posiciones medio-bajas. Llama la atención que tanto la accesibilidad, como la organización de la oferta y la categorización de productos turísticos caigan muy por debajo de la media. Si es tan importante el turismo para el ejecutivo y se gasta tanto en marketing ¿por qué no existe una organización racional de los recursos en infraestructuras y organización de la oferta?
El esfuerzo por dar a conocer el producto es casi infructuoso si no se atiende con hechos la realidad: es el cliente el que manda. En cada comunidad existen planes de ejecución para el turismo, pero no se ponen en marcha. Si el rédito político se obtiene aireando cifras de visitantes sin atender a cómo es la realidad de su estancia, se condena al sector al estancamiento y a un progresivo distanciamiento con el conjunto de la sociedad.
Si no se reinvierte en modernizar las relaciones laborales en el sector y a mejorar los equipamientos en las zonas claves y se deja cualquier tipo de innovación a las grandes compañías sin hacer nada por mejorar a los profesionales autóctonos, todo ese interés, todo ese esfuerzo no solo serán baldíos, sino que estarán completamente desconectados de la sociedad a la que pertenecen.