Con esta técnica, la aproximación aérea se hace en un descenso continuo desde que se inicia la operación (altura de crucero) hasta llegar a la pista de aterrizaje. Y, para ello, los motores se ponen al ralentí, como si el avión estuviera planeando, lo que evita tener que meter continuamente potencia al motor.
Estas operaciones permiten disminuir un promedio de un 25% en las emisiones de CO2 en cada maniobra de aproximación y un ahorro del 25% en el consumo de combustible, así como una importante reducción de las emisiones acústicas en el área próxima al aeropuerto. Además su impacto significa un ahorro anual de 25.000 toneladas en el consumo de combustible y una reducción de 75.000 toneladas al año en la emisión de CO2. Sólo en combustible, las aerolíneas gastarán entre 12 y 15 millones de euros menos al año.
Los aterrizajes verdes ya están implantados en 33 aeropuertos de toda Europa. Antes de final de 2010, otros siete aeropuertos de la red de Aena –Alicante, Valencia, Barcelona Santiago de Compostela, Málaga, Palma de Mallorca y Gran Canaria– implantarán este sistema. En Madrid la compañía Ibera realiza los aterrizajes ecológicos especialmente en los vuelos trasatlánticos que llegan a primeras horas del día.