Esta semana llegó de forma oficial el otoño, aunque según desde donde lea, la impresión de que la estación se ha adelantado o no termina de llegar. Sea como fuere, con la caída de la hoja y el tiempo de la cosecha llegan también las setas a los montes húmedos. La micología es una actividad que cada vez interesa a más personas, así que puede ser que algunos de los que se aventuren a recoger boletos no tengan demasiado claro si tal tipo, de aspecto carnoso y delicioso, es o no comestible.
Para ayudar un poco, queremos recopilar algunos consejos que den algunas pautas para recoger setas. La primera es evidente: si existe alguna duda sobre la conveniencia de una seta, hay que dejarla. Ante la interrogación, siempre no.
La segunda recomendación también es de sentido común: ningún manual, aunque cuente con ilustraciones bien detalladas, puede sustituir a la experiencia sobre el terreno. Si es la primera (o la segunda, incluso en la tercera) que va a procurarse la cena al monte, hágalo acompañado de un experto. Existen varios concellos y asociaciones que ofertan cursos sobre micología. Son económicos, interesantes y se conoce gente ¿Qué más se puede pedir?
Tercera recomendación, el material. Calzado cómodo e impermeable –las setas necesitan de humedad, así que la búsqueda puede acabar con los pies empapados—ropa que transpire. Para recoger setas, navaja y cesta. Es mejor cortar que arrancar, preserva las micelas y así se permite que la seta vuelva a crecer. N cuanto a la cesta, el mejor material es el mimbre: permite que las piezas lleguen en buen estado al mantel.
Además de tener la absoluta certeza de su salubridad, para recoger una seta hay que fijarse también en que no sea demasiado pequeña y que no esté muy madura.
¡Feliz otoño!