Mi ánimo al dar este conjunto de opiniones tecno-prácticas, que quizá resulten algo críticas al lector, está motivado por el amor y el cariño que siento por Compostela, ciudad que he visitado más de una cincuentena de veces. Mis palabras por tanto no dejan de ser una opinión más, la mía; son impresiones dadas con ánimo de suma, no de resta, pues mi pertenencia a diferentes foros nacionales e internacionales así como a numerosos think tanks –entre otros los del Comité de Turismo conjunto CEIM CCIM de mi ciudad, Madrid (también una ciudad enrevesada)–, hacen que aplique a mis viajes un cierto sentido analítico, quizá por deformación profesional.
He pasado cuatro días en Santiago al frente de un grupo de algo más de 700 personas. Cuando vas al frente de un grupo así , transportado en avión, tren especial y por supuesto autocares, afloran una serie de cosas, aprecias carencias e insuficiencias que no puedes determinar cuando eres un turista individual.
Dividiré mis puntos de vista por conceptos:
OBRAS.- Será casualidad, pero parece que a todos los alcaldes de España (y al de Santiago también) les da por meterse en zanjas en los momentos más inoportunos. Como por ejemplo, Santiago en un Año Santo. Circular por el casco urbano o por sus circunvalaciones con catorce vehículos grandes a veces es un problema. Coordinarlos lo es más, en especial cuando se deben sacar varios autobuses de la estación de Renfe y la glorieta distribuidora lleva en obras ya demasiados meses. Convendría coordinar las obras dependientes del ministerio con aquellas que se acometen desde la municipalidad.
CARGA Y DESCARGA.- Cada vez que un autobús para a descargar ante un hotel urbano de Santiago aparece un policía municipal que le obliga a marcharse, con verdaderas cajas destempladas y sin atenerse a razones. Pienso yo que una cosa es cargar y descargar en un hotel o en algún punto de la ciudad y otra aparcar delante del mismo en vacío por un tiempo indeterminado. Esto es algo que se debe de equilibrar por parte de la autoridad municipal- En primer lugar, debe dar instrucciones a su policía y después realizar una campaña con el ciudadano en demanda de su paciencia.
Este mismo problema existía en la Gran Vía de Madrid y se ha solucionado. Pienso que hablando se entiende la gente y Santiago necesita un foro no decisorio donde estén todos los protagonistas del turismo ciudadano. Un espacio en el que hablen todos con generosidad ya sean munícipes, turismo local o autonómico, hosteleros, agencias, trasportistas, taxistas, comerciantes, aeropuerto, estaciones de Renfe y autobús; si una ciudad de 3.000.000 de habitantes, con problemas adecuados a su tamaño, lo ha logrado ¿Cómo no lo va a lograr Santiago con buena voluntad?
De otro modo nuestros grupos se alojaran cada vez mas fuera de la ciudad esto no solo irá en detrimento del comercio y de la hostelería ciudadanas sino de la restauración, taxis y demás.
Continuará.
Antonio Caballos es presidente de AEDAVE MADRID
(Asociación Empresarial de Agencias de viajes Españolas)