En la columna se relatan las condiciones laborales y de seguridad que mantiene la compañía y que ya han provocado algunos percances que no han tenido desenlaces funestos, mientras negocian y solicitan ayudas del erario público.
Reproduciomos la columna por su evidente interés y sin ánimo de lucro alguno. Todo el crédito y los agradecimientos son para Óscar Molina y aviacionglobaldigital.com. El original puede consultarse aquí.
“En la industria aeronáutica española se observa una extraña convivencia de raseros en la que algunas empresas han sido capaces de sustraerse a la legalidad más elemental mientras otras se sujetan al marco de una manera aceptable. Las primeras juegan con ventaja, porque la tolerancia con sus cutres triquiñuelas las favorece desde la óptica de un impacto mínimo en sus costes. Son jugadores de ventaja, tramposos, que además cuentan con la mirada hacia otro sitio del gerente del casino.
Ryanair, la estrella de las compañías de Bajo Coste, ha sido expulsada del aeropuerto francés de Marsella tras ser denunciada por incumplimiento de la legislación laboral. Los empleados de la aerolínea están realmente contratados en Irlanda, contraviniendo la legislación del país galo. La compañía ha declarado que trasladará los aviones de Marsella a algún aeropuerto español.
Lo curioso es que el esquema seguido en España es exactamente el mismo. Sus empleados en nuestro país están igualmente contratados a través de instrumentos jurídicos de legalidad aún no probada, y ni pagan su IRPF ni contribuyen a nuestra Seguridad Social. Ryanair saca tajada de esta situación aminorando notablemente sus costes.
Seguramente Vd. pensará que el futuro que le espera a la compañía en España es similar a lo que le ha sucedido en Francia. Se equivoca.
Ryanair no sólo no ha sufrido, hasta la fecha, menoscabo alguno para operar aquí, sino que además recibe jugosas subvenciones por parte de los poderes públicos. Es surrealista, una empresa extranjera que realiza sus operaciones en España pudiese estar contraviniendo nuestra legislación, y recibe subvenciones del bolsillo del contribuyente.
En Agosto de 2009 el Colegio de Pilotos Español denunció la situación ante el Ministerio de Trabajo. La respuesta de los organismos públicos vino a ser, más o menos, un requerimiento de pruebas al órgano colegial. Más surrealismo, se denuncia una situación que pudiera constituir un fraude y menoscabar el patrimonio del Estado y los españoles, y quien tiene los datos, quien los maneja, es el que pide evidencias al denunciante. Lo cierto es que todo esto da que pensar, y sospecho que hay quien desde nuestras instituciones públicas tiene algún interés en que Ryanair vuele en España, al precio que sea.
Lo cierto es que este es un negocio muy sensible, y a pesar de que la rebaja en forma de catástrofe es afortunadamente infrecuente, y no siempre alcanzan a quien se compra casi todos los números de la rifa, existen facturas cuya única incógnita reside en la fecha de cobro.
Ryanair ha tenido, en lo que va de 2010, 7 incidentes de seguridad. Los hechos han ocurrido en Santander, Valencia, Belfast, Madrid, Gerona, Agadir, y Liverpool. 7 situaciones cercanas al accidente que, afortunadamente, no acabaron en desastre. En 2009 la cifra fue de 10 sucesos, que tuvieron lugar en Prestwick, Beauvais, Londres (en tres ocasiones), Dublín, Dusseldorf, Bruselas, Shannon y Riga.
La fuente: http://lowcostaccidents.wordpress.com/category/ryanair/
La autoridad española conoce estos sucesos, algunos de los cuales han tenido lugar en territorio español, y no sólo sigue permitiendo a Ryanair volar aquí, sino que además tolera que se beneficie de subvenciones públicas y no actúa ante las sospechas de que esta aerolínea esté incumpliendo nuestra legislación laboral y fiscal.
Si llega el día en que un siniestro frac nos pone sobre la mesa un pagaré en forma de vidas humanas, algunos no podrán alegar ignorancia, ni decir que nadie les advirtió que ese talón estaba en el cajón del destino. Las autoridades aeronáuticas españolas conocen que hay una bala en el tambor, que hay quien se está enriqueciendo con negocios consistentes en puros y continuados envites con el resto, y que lo que va en la timba no son mejillones.
El gerente del casino está al corriente, lo sabe, y si eventualmente la bolita cae en el negro, más le vale tener un caudal de credibilidad para poder hacer frente al pago, que va a ser oneroso.
A tiempo está de tomar las medidas que obliguen al ludópata a atenerse a las reglas del juego…o a ponerle en la calle.”