De los tres aeropuertos, tan solo el de A Coruña tiene planificados los vuelos de bajo coste al extranjero: negocian en solitario y cuentan con los vuelos internacionales ya confirmados para 2011 (Londres y Lisboa) y otras dos rutas nacionales (Barcelona y Sevilla).
¿Qué ha sucedido? La Xunta, que en un principio se arrogó la capacidad negociadora por encima de las corporaciones municipales para evitar localismos, ha sido incapaz de convencer a empresarios o municipios para que aporten dinero para subvencionar a las líneas de bajo coste. El resultado de asumir el todo el poder negociador no ha sido bueno: pérdida de enlaces y aumento de la influencia de Oporto, que se perfila como aeropuerto de referencia para Galicia en 2011.
Al repasar las hemerotecas, se comprueba que Ryanair cobraba 587.000 euros por sus conexiones desde Santiago a Londres, Roma y Fráncfort. El 11 de enero abandona Lavacolla. Vueling también acaba de eliminar su Santiago-París, después de embolsarse 2,6 millones de las arcas públicas para mantener vuelos como el de Zúrich y Ámsterdam que eran rentables por sí solos, como reconoció Josep Piqué, presidente de Vueling.
Vueling se ofrece a cubrir en parte el hueco que dejará Ryanair en Santiago. El Comité de Rutas Aéreas tiene que contestar antes de fin de año. Será de nuevo una negociación sin margen de tiempo y a muy corto plazo. La Xunta no se plantea planificar el mapa aéreo con horizonte plurianual, como piden los alcaldes.
Sin estrategia negociadora, sin constancia ni previsiones a largo plazo no es posible coordinar un mapa aeroportuario competitivo y estable.