El impacto de la presencia humana en la Tierra no solo se mide por el consumo de recursos energéticos o por el análisis de la convivencia con el entorno natural, la fauna y la flora. También por cómo gestiona loselementos indispensables para sobrevivir, esto es,la comida y el agua. Si existen especies animales y vegetales en peligro de extición, también hay alimentos que los niños del siglo XXII podrían no probar nunca. Según la fundación Slow Food, son 901 los alimentos en peligro de extinción, de los que 78 son españoles.
Entre las especies amenazadas se encuentran algunas más conocidas por el público,como el atún rojo. Empresas europeas como Carrefour, Alcampo o Eroski, se acaban de comprometer a no comercializar atún rojo hasta que se constate la recuperación de la especie.
Los alimentos en peligro de extinción que se encuentran en la península Ibérica son de sobra conocidos y utilizados. Además del atún rojo, el bacalao atlántico o fletán también peligran. La pesca abusiva ha provocado la escasez de otras especies como la merluza. Según la lista roja elaborada por Greenpeace, además de la merluza, las siguientes especies están casi agotadas en nuestros mares: gallineta, langostino tropical, lenguado europeo, manta, pez espada, platija, rape y salmón.
Aunque el peligro no solo se limita a las especies animales. Vinos y licores también se encuentran en esta lista de alimentos a extinguir: es el caso del vino de Crespiello, el Urezti o el vino negro de Callet. También licores españoles como el anís de rute seco son ya muy escasos.
La lista la completan productos de la huerta, como varias especies de tomates, como el morado o el roteño. Incluso variedades de cereales y de modos de hacer pan se encuentran casi en el olvido: apenas se prueban hogazas del pan de oveja ripollesa, de la chuililla valenciana o el pan celta. La col alavesa lucha por no desaparecer, al igual que otras verduras de nuestro país como la patata de Sierra Nevada, la acelga enana de Derio o la alcaparra de Ballobar.