La capital alavesa es una de las ciudades españolas con mayor calidad de vida y ocupa el primer puesto en el ranking de áreas verdes y espacios culturales por persona. Desde que obtuviera la capitalidad, decretada por el Parlamento Vasco el 23 de mayo de 1980, la ciudad de Vitoria ha dado muestra de progreso y responsabilidad como centro de la comunidad alavesa, que se traduce a nivel estatal e internacional.
En este sentido, el Ayuntamiento de Vitoria se ha propuesto en los últimos meses dar forma a diferentes proyectos para lograr de la capital alavesa un ejemplo mundial de conocimiento y sostenibilidad, mediante el cual la ciudad progrese en todos los sentidos sin olvidarse de su pasado ni de sus tradiciones. Con ello se pretende revitalizar el centro histórico, establecer un nuevo panorama ferroviario e incluso crear un Observatorio Social y una Escuela de Valores.
Orígenes en el medievo
Vitoria-Gasteiz es de las pocas ciudades que poseen nombre y apellido. El rey Sancho VI de Navarra fundó en 1181 la villa sobre la colina, que ocupaba el primitivo poblado de Gasteiz y le otorgó el nombre de Nueva Victoria. Este lugar, rodeado de murallas, se convirtió en una excelente atalaya defensiva, muy codiciada por los reinos navarro y castellano.
Aquella almendra medieval -como se conoce popularmente a la parte más antigua de la capital alavesa- está compuesta de calles estrechas y sombrías, que se construyeron paralelas a las murallas medievales. En la actualidad sólo se conservan algunos tramos de la antigua muralla, así como uno de los tesoros de la ciudad: la antigua catedral de Santa María.
En 1202 Vitoria pasó a formar parte de la Corona de Castilla, justo dos décadas después de su fundación, al ser tomada por las tropas del rey Alfonso VIII, quien fundó las primeras calles de la parte gótica, al oeste de la ladera. La expansión de esta ciudad medieval fue llevada a cabo por Alfonso X, quien, en 1256, desarrolló hacia el este nuevas calles en las que se establecieron los gremios. No es hasta 1431, cuando Vitoria obtiene el nombre de ‘Ciudad’ como tal, otorgada por el rey Juan II de Castilla.
Resulta imprescindible destacar la parte judía de Vitoria, que fue levantada justo antes de la ordenación de expulsión por parte de los Reyes Católicos y cuyo cementerio se conserva en forma de parque -se decretó que sobre él no podría edificarse- y donde se levantó un monumento conmemorativo de su pasado judío, bajo el nombre de Judimendi.