Los textos más antiguos recogidos constatan la existencia del monasterio ya a mediados del siglo XII, vinculado a San Rosendo. Después pasó a los sacerdotes regulares de San Agustín, hasta el siglo XVIII, cuando perdió su condición de colegiata y se vio afectado por la desamortización de Mendizábal. Parte del conjunto arquitectónico fue restaurado por su propietario, Pío García Espinosa, a finales del siglo XIX, pero, tras su fallecimiento, volvió a quedar abandonado.
Qué ver
Ahora se ha dotado al monasterio de distintos contenidos museológicos, como una réplica del alba de San Rosendo, cuyo cáliz y patena forman parte del Tesoro de la Catedral de Santiago; los dibujos de Caaveiro del pintor ferrolano Pérez Villamil y copias de planos de la zona elaborados por Francisco Solinis en el siglo XVIII. Además, la Casa do Forno, la Corte das Bestas, el pabellón de Don Pío y la Casa dos Coengos cuentan con paneles explicativos sobre la historia y la evolución del lugar.
El Monasterio de Caaveiro permanece abierto a las visitas del público durante los días festivos y los fines de semana, y dispone de un servicio de visitas guiadas y transporte desde el centro de interpretación de las Fragas do Eume, financiado por la Diputación. Está previsto que el cenobio abra sus puertas próximamente los martes para permitir las visitas de escolares. En verano, permanece abierto todos los días de la semana.