Me entero por la televisión de que han detenido a un traficante de patatas tramposo. Se disponía a vender patatas francesas como si fueran patatas de A Limia. A la cárcel con él, sin contemplaciones. Es la sentencia que pide el cuerpo en puro arrebato de cabreo.
Dicen, lo dice la prensa, que el turismo es el 15% de nuestro PIB gallego. También dice que el negocio solo funciona durante dos meses al año. Por lo tanto, en base a estos dos datos, es fácilmente deducible que el turismo es un sector muy importante para la economía de este país, para nuestro bienestar, y , además, es el que más posibilidades de crecimiento tiene. Sabemos también, por lo que dicen los expertos, que las razones por las que viene la gente a Galicia son, sobre todo, la comida y el paisaje. Es decir, el deterioro de cualquiera de estos dos “productos” comida o paisaje, repercute directísimamente en el negocio del turismo.
Se imaginan a cualquier empresa del Cluster del Automóvil trampeándole a Citroen en la calidad del material que le vende. Solo un tonto o un desesperado podría cometer semejante estupidez, pues su descubrimiento, que tarde o temprano se produciría, significaría el final de su actividad en el sector y, probablemente, tener que hacer frente a un juicio por lo penal.
Pues al de A Limia le debería de pasar lo mismo. No solo los de la OCU deberían de llevarlo a los tribunales en defensa del consumidor; sino también las autoridades que gestionan lo del Turismo deberían de estar acusándole de atentar o, por lo menos, de boicotear una de las actividades empresariales que da de comer a más gente en este país.
Por supuesto que el desalmado tendría derecho a defenderse incluso a encender el ventilador, eso que está tan mal visto, y a levantar toda la basura que tantos tienen tan bien escondida.
Bueno, habría que soportar que delatase a los distribuidores y restaurantes que comercializan vieira tóxica, a las bodegas de vinos con denominación de origen de aquí, que traen de “extranjis” uvas de Valencia, Rueda o Almendralejo. A los que venden marisco de Irlanda, Gran Bretaña o Francia con el marchamo de “As nosas rías”. O que está no “Jhrove” é do ”Jhrove”, me dijo una mujer en el mercado grovense. Y, ¿por qué no?, a los constructores que destrozan el paisaje, y a lo alcaldes que se benefician. Y también a las empresas eléctricas que nos han birlado los ríos convirtiéndolos en un rosario de embalses, llegando al extremo de desecarlos, como hace Iberdrola con el Eume o Ferroatlántica con la cascada del Xallas.
Demasiada gente. Parece como si todos anduviéramos a lo mismo, pero no es cierto, la mayoría vamos de “paganos”, somos los que nos comemos las patatas francesas como si fueran de A Limia. Y sin rechistar.
Adolfo Gondulfes