Texto escrito por Ghaleb Jaber Ibrahim, Profesor y Doctor en Periodismo. Presidente de la Fundación Araguaney-Puente de Culturas.
El último estado admitido en la ONU el pasado mes de julio es Sudán del sur. La Asamblea General de la ONU aprobó su ingreso una semana después de que proclamara su independencia en una ceremonia en Yuba, su capital. Fue el día 9 de Julio cuando La República de Sudán del Sur pasó a formar parte de la ONU, como miembro número 193. No hace muchos años, Kosovo pasaba por este mismo trámite. De esta forma fueron dos los últimos estados llevados al Consejo de Seguridad por Estados Unidos, Israel y la mayoría de los países de Europa. Llevados al Consejo de Seguridad por esos mismos que hoy amenazan con votar en contra del nacimiento del Estado de Palestina, con vetos y chantajes económicos, impidiendo que aún existan pueblos en el mundo como Palestina que, a pesar de tener una entidad propia y definida, no han tenido reconocimiento internacional pleno.
El pueblo palestino es el pueblo de Palestina. Con sus judíos palestinos, cristianos palestinos y musulmanes palestinos. Es uno de pueblos cuya identidad viene definida por su rica historia a lo largo de miles de años, y no por ser un pueblo que busca su entidad propia a través de la lucha armada, como se expresa en muchas campañas confusas y falsas. Lo que realmente está haciendo Palestina es luchar desde hace 63 años por sus derechos políticos como un pueblo histórico. Y todo ello se remonta a años antes de la llegada de la Tora, de la Biblia y del Corán.
La unidad del mundo árabe se rompió cuando los aliados, Gran Bretaña y Francia, diseñaron el nuevo mapa político para Oriente Medio, con el Tratado Sykes-Picot en 1916. Fue en ese momento cuando se crearon nuevos estados, el sirio, el irakí, el jordano, el libanés y el egipcio; y también cuando al pueblo palestino se le arrebató su entidad política. Hay dos actuaciones muy claras que demuestran que la entidad política de Palestina le fue arrebatada. La primera de ellas fue cuando sometieron a su pueblo al mandato británico. La segunda fue cuando se vendió su territorio a los sionistas judíos europeos, para crear un Estado colonial judío en Palestina, que se conoce con el nombre de Israel.
Desde 1948, Europa y Estados Unidos apoyaron económica, militar y políticamente a Israel, secuestrando a Palestina y a su pueblo. Desde ese momento, pueblos y territorios palestinos fueron ocupados por un estado de colonos recién llegados de todo el mundo, armados hasta los dientes y que sólo actuaban de acuerdo a sus intereses. De este modo violaron el derecho del pueblo palestino a tener su estado en su propia tierra. Violaron el derecho de todos los palestinos a poseer un estado laico y democrático, en el que judíos, cristianos y musulmanes pudieran vivir en igualdad de condiciones, derechos y deberes, de acuerdo con lo que reza el artículo primero de la Carta Nacional Palestina de 1968 (Art. 1: “Palestina es la patria del pueblo Árabe Palestino; constituye una parte indivisible de la tierra Árabe, y el pueblo Palestino es una parte integral de la nación Árabe”).
Aún así, y a pesar de haberse violado el derecho a vivir en paz e igualdad, de haber pasado por cinco guerras y cien masacres, y a pesar de haber transcurrido 20 años de negociaciones “amparados” bajo el mal llamado Proceso de Paz (1991), no doblegaron su determinación y su empeño por conquistar sus derechos.
Transcurridos 20 años y 7 gobiernos, por los que pasaron Isaac Rabin, Shimon Peres, Benjamín Netanyahu, Ehud Barak, Ariel Sharón, Ehud Olmert, Benjamín Netanyahu II, no se han notado cambios. Todos han empleado la misma estrategia. La de “no a un Estado palestino en las fronteras del 1967, según reconoce la ONU; no a la integración de los palestinos e israelíes en un solo estado democrático; no a toda solución política”… Sin embargo, “sí a guerras, asesinatos selectivos, muros, asentamientos y apartheid”. Y todo ello con el apoyo y cobertura de estados europeos como Alemania, Francia e Inglaterra. Países que han mostrado su apoyo por intereses políticos unos, y por su histórica mala conciencia anti-judía en la mitad del siglo pasado. Primero crean, y luego dan un cheque en blanco al estado de Israel en su empeño de hacer otro holocausto del pueblo palestino. Estados unidos secuestrado por los lobbys judíos americanos siempre ha actuado como si Israel fuera el estado 51 de la nación americana. Y lo cierto es que esta situación no ayuda a la causa de la paz real, y menos a Israel, para que pueda ser un estado civil , no colonial, no racista, judío y aislado de los pueblos de la zona y de la comunidad internacional.
Los palestinos hemos intentado durante más de 63 años, negociar con los israelíes nuestros derechos al retorno y a tener un estado sobre el 23% de nuestra Palestina histórica. Hemos intentado vivir junto a Israel. Pero lo que hemos obtenido han sido 63 años de negación y de pérdida de vidas, de territorios y de derechos.
Cuando en Octubre de 1991 se inauguró, en el Palacio Real de Madrid, la Conferencia de Paz, un acontecimiento de relieve mundial porque, por vez primera, después de casi medio siglo de guerras, los israelíes se sentaron a negociar a la misma mesa que los palestinos y que sus vecinos árabes, la política internacional mostró una nueva cara, impensable sólo un par de años antes. Pero a pesar de todo, nunca se consiguió nada más que expansionismo colonial israelí, bloqueos y asfixia a nuestro pueblo en Gaza y Cisjordania; vejaciones y masacres.
Lo único que se ha conseguido es llegar a tener algún gobierno municipal y poco más, financiados por países donantes, y que sólo han servido para consolidar la ocupación y la penosa situación en la que se encuentra el pueblo Palestino. Y es que el pueblo opina que lo que se supone aportan dichos países donantes no significa nada. Sólo financian la ocupación israelí y sus actos criminales, violando diariamente el Derecho Internacional. Los palestinos, al dirigirnos a la ONU para que ésta se pronuncie una vez más sobre nuestros derechos ya reconocidos desde el 2 de noviembre del 1947, no lo hacemos de forma unilateral. Nosotros nos estamos dirigiendo a la ONU para que ésta tome la decisión lógica, justa y creemos que necesaria. Una decisión que no cambia nuestra intención de continuar las negociaciones con Israel, y que además pretende consolidarse y hacerse fuerte, demostrando nuestro carácter siempre comprometido.
Los partidos políticos del Estado español, deben entender que el proceso de paz exige una negociación real, para conducirnos a un destino real. Y por ello debe tener un programa, unos objetivos concretos, con una fecha de comienzo y de fin.
En definitiva, nuestras pretensiones son las de que se consolide un Estado palestino. Pero que lo haga de un modo real, no llevando a cabo una serie de movimientos tácticos que siempre chocan con la intransigencia israelí y su robo diario de tierra palestina. Ni provocando las matanzas de civiles palestinos, ni manteniendo un status quo de dividir todo un pueblo en dos grandes campos de concentración, como son Gaza y Cisjordania, manteniendo a más de 6 millones de refugiados palestinos fuera de su tierra.
Los palestinos quieren/queremos un estado como otros pueblos. No queremos seguir siendo la noticia de la tragedia y de la violencia, queremos construir nuestro estado democrático, con sus poderes legislativo, ejecutivo y judicial, creíbles. Queremos ser libres, elegir a nuestros representantes en libertad y con libertad. Queremos viajar libres. Queremos relacionarnos con todos los pueblos del mundo, en especial con el israelí. Queremos crear nuestras empresas de suministro de luz, telefonía y agua sin depender de nadie. Queremos pedir ayuda y poder devolverla, queremos carreteras seguras, escuelas y campos de juego para nuestros hijos; hospitales, mezquitas, iglesias y sinagogas. Policías y orden. Elecciones y democracia real. Selecciones deportivas sin imposibles. Una moneda y unos bancos competitivos. Puertos y aeropuertos controlados por nosotros mismos. Universidades propias, que no dependan de nadie.
Para eso queremos un Estado palestino. Y para ser unos ciudadanos con responsabilidades, con derechos y deberes.
Los gobiernos del mundo pueden ayudar, pero no deben decidir por nosotros. No pedimos sólo justicia al mundo libre. Exigimos nuestro derecho a decidir. Como vosotros.