El sindicato CGTP decidió convocar la huelga hace ya más de un mes después de que el Gobierno de centroderecha anunciara su borrador presupuestario para 2012 esta semana, que incluyó la eliminación de la paga extra de Navidad de los funcionarios durante dos años.
Profundos recortes de gastos, incluyendo áreas clave como sanidad o subidas de impuestos, prometen enviar a Portugal a su recesión más profunda desde hace décadas el próximo año con una contracción económica del 2,8 por ciento.
El desempleo actualmente está al 12,1 por ciento, su nivel más alto desde los 80, y el Gobierno prevé que suba al 13,5 el próximo año.
“En este momento, el empobrecimiento del país, la escala de la recesión y desempleo y las injusticias que estamos viendo justifican esta huelga”, dijo a periodistas Manuel Carvalho da Silva, responsable de CGTP. “Tenemos que luchar sin duda y hacer lo que es necesario”.
El otro gran sindicato portugués, UGT, se dispone a unirse a la huelga, que tendrá lugar el mismo día que los sindicatos eligieron el año pasado para convocar un paro general.
El plan de ajuste de 2012 ha recibido fuertes críticas del resto de los partidos de la oposición -de tendencia de izquierda-, de los principales sindicatos y de los movimientos sociales. La principal fuerza de la oposición, el Partido Socialista (PS), se ha opuesto frontalmente a las medidas propuestas, que serán previsiblemente aprobadas por la mayoría parlamentaria de los dos partidos del Gobierno, el Social Demócrata (PSD) y los democristianos del CDS-PP.
Las medidas de austeridad han provocado manifestaciones en toda Europa, con enfrentamientos entre los manifestantes griegos y la policía el miércoles mientras decenas de miles de personas marchaban al comienzo de una huelga general en Grecia contra unos recortes de presupuesto que han causado un profundo descontento.
Al malestar de los sindicatos, se ha unido el del movimiento de los ‘indignados’, que el pasado sábado realizaron una multitudinaria manifestación y que desde el fin de semana están apostados en las inmediaciones del parlamento luso como gesto de protesta.