Vuelos turísticos en helicóptero sobre las rías gallegas

La compañía gallega Airnor inaugurará mañana en el Puerto de Vigo los vuelos turísticos en helicóptero para los cruceristas que lleguen en la ciudad, de forma que, en un breve espacio de tiempo, puedan conocer la zona de las Rías Baias, el sur de Galicia hasta la desembocadura del Miño o Santiago de Compostela, entre otros lugares.

En principio se han planificado tres rutas distintas. La primera de ellas, de unos 20 minutos de duración, incluye la Ría de Vigo y alrededores; mientras que la segunda, de unos 35 minutos, pasaría por Baiona, Nigrán y Mougás (en el municipio de Santa María de Oia) hasta llegar a la desembocadura del Miño. Finalmente, la tercera tiene una duración de una hora y cuarto y abarcará la zona de Pontevedra, Arousa y el camino fluvial del Apóstol Santiago hasta llegar a Compostela.

La iniciativa –pionera en Galicia y en casi en España, donde solo la ofrece Barcelona– permite a los pasajeros que lo soliciten tomar fotografías únicas de las Rías Baixas, islas Cíes incluidas, o incluso desplazarse hasta Santiago para conocer de primera mano los secretos del cielo gallego.

Los vuelos se realizarán en uno de los helicópteros más modernos que existen en la actualidad, un EC130 B4, conocido como Eco-Star. La aeronave alcanza una velocidad de crucero de 240 kilómetros por hora y es uno de los helicópteros más silenciosos del mundo –su rotor de cola carenado es capaz de reducir en un 50 por ciento–. La cabina tiene capacidad para siete pasajeros más el piloto.

Los precios oscilan entre los 90 y los 200 euros y el helicóptero permite llevar a entre 6 y 7 pasajeros.

Por otra parte, la compañía gallega también desarrollará un servicio de asistencia a buques mediante el que se podrá a disposición de compañías consignatarias, navieras y armadores la posibilidad de realizar envíos y recogidas de piezas, repuestos, documentos u otros objetos a los barcos cuya ruta esté próxima a la costa.

De esta forma, el servicio tiene el objetivo de evitar que los buques tengan que alternar sus trayectos, lo que supone “un enorme ahorro de tiempo y costes” que conllevaría el tener que entrar en el puerto.

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