La galería de arte Adhoc de Vigo inaugura su temporada con la exposición “Todo lo que pueda desertar” de Fernando José Pereira. En esta exposició el autor muestra su más reciente trabajo, realizado durante su última residencia en el centro de artes visuales Skaftfell en Islandia, y comprende entre otras obras, una interesante serie de dibujos en grafito y el vídeo “The Man who wanted to collect Time”.
Esta nueva serie mantiene cierta conexión con estas cuestiones, pero tienen la posibilidad de vivir solos sin necesitar de la idea de grupo para que funcionen. Dicha muestra permanecerá abierta al público hasta el 24 de noviembre.
Hay también otras cuestiones que confieren a estos dibujos un carácter más íntimo, por ejemplo el recurso técnico consistente en el cruce obsesivo de líneas trazadas con grafito que forman una cierta textura luminosa, siempre acompañada de frases muy enigmáticas pero no herméticas o filosóficas. Las frases son apropiaciones de diálogos de artistas sacados del contexto, que introducen en los trabajos elementos de significación y que así se sitúan más allá del efecto formal. En algunos de estos dibujos, la incorporación de elementos de los “media”, a modo de collage, produce una aproximación a lo real y los aleja del hermetismo.
El vídeo de Fernando José Pereira, titulado “The Man who wanted to collect Time” intenta reflejar la peculiar sensación de lentitud del tiempo que se experimenta en algunos lugares. La noción de lugar es una idea que conduce a la de identidad y por lo tanto a la de memoria. El lugar donde está filmado el vídeo es un lugar de memorias intensas. Lugar alegórico, en el que se encuentran las ruinas de una fábrica, destruida por una avalancha de nieve en 1995.
Estas ruinas están localizadas en un pueblo aislado en el norte de Islandia y son propiedad de dos hermanos que tienen una fuerte pasión por la idea de ruina. Compraron la fábrica después de la avalancha y la mantienen allí como ruina visible del acontecimiento. Es decir, al revés de lo que ocurre en el mundo global donde lo normal es hacer desaparecer lo más rápido posible los elementos en desuso para sustituirlos por otros nuevos, en una dialéctica propia del capitalismo, aquí las cosas tienen un tiempo propio para desaparecer: su tiempo de conexión con el tiempo histórico.