El vino espumoso gallego ya existía y se comercializa desde hace varios años por dos empresas pero sin el amparo del Consello Regulador Rías Baixas. Se trata de Lagar de Besada y de Agnusdei, ambas radicadas en Meaño y pertenecientes a esta D.O. La primera sacó su primera cuvée de Burbujas de Baladiña en el año 2006.
Este 2012 las denominaciones de origen Rías Baixas, Valdeorras y Ribeiro, tres de las cinco existentes en Galicia, se decidían por fin a amparar una producción que por el momento es poco más que residual. Se trata de apostar por un espumoso de gran calidad y de diversificar el producto, haciéndolo, a la vez, aún más exportable. La “burbuja” vinícola gallega, que tuvo precedentes en décadas pretéritas, incluso en los años 20 del siglo pasado, podría volver a inflarse. El reglamento del Consello Regulador Rías Baixas, aprobado en julio de 2009, abrió la posibilidad de que en el futuro la denominación pudiera amparar vinos espumosos, y así se ha hecho.
Hasta ahora ningún espumoso contó con contraetiqueta del Consello Regulador Rías Baixas. El reglamento que lo permite ya ha sido aprobado y contempla que los vinos que quieran tener esa consideración deben aguantar un procedimiento de un mínimo de nueve meses usando el “método tradicional” para la elaboración de espumosos.
Este método es el mismo que se usa para hacer el champan o el cava y consiste en que tras la fermentación normal, el vino se somete a una segunda fermentación en una botella añadiendo una levadura especial que producirá las burbujas y la vigorosidad característica que hace que el corcho salga despedido debido al dióxido de carbono que se creó dentro de la botella.
La cooperativa Eidosela, ubicada en la localidad de Sela, en Arbo, comenzaba en febrero el “tiraje” de las primeras 6.600 botellas de su albariño con burbujas para llegar a tiempo a estas navidades.
Esta bodega de Arbo colocaba, en un acto celebrado durante la jornada de ayer, el tapón de la primera partida de albariño espumoso que elaboran. A esto se le denomina “degüelle”, el momento más esperado, cuando se coloca el corcho y se procede a la eliminación de levaduras que provocaron las burbujas, para la salida del producto al mercado. Estas son las levaduras que durante los últimos nueve meses reposaron dentro de cada una de las botellas y que durante la segunda fermentación han producido las burbujas características de un vino espumoso y finalmente se cierra con el típico corcho.