Día 28 de diciembre 2012
Difícil día para el blog el de ayer. Me lié en los barrios del centro y se me hizo muy tarde para escribir y seleccionar las fotos. Cada día hago mas de seiscientas. Y ayer sobrepasé las mil. Ya veis, y no siempre elijo las mejores. A veces me marean tantas fotos. Pero al fin dejé todo listo antes de acostarme, serían las doce. Por la mañana, hoy, es día de San Gabriel y los cíber de los cristianos están cerrados. Pero como no se distinguen quienes son cristianos y quien musulmanes me paseo todos los que conozco hasta encontrar uno abierto. Solo hay dos. Pero en uno solo se puede escribir no hay conexión a internet. Les pregunto si se les ha caído y no, es que es así, solo para usar los ordenadores como ordenadores. El otro está cerca de casa pero es un desastre. Ese ya sabía que estaba ahí pero es muy malo. No solo porque es lento como las tortugas por el alquitrán, que decía Josefa, sino porque está muy viejo y me cambia todas las letras acentuadas. Lo tengo que dejar. Me rindo . Son las once de la mañana he caminado unos seis kilómetros por este ensanche de Dire Dawa y me rindo. A la tarde iré al centro y lo intentaré desde un cíber mejor, si lo hay, o desde un hotel, si es que funciona el Wifi. Es curioso los musulmanes, al menos en el barrio, tienen mas iniciativa comercial, sin embargo en lo de los cíber los cristianos van por delante.
Hoy hago pocas fotos. Uno se va haciendo al barrio y pierde la capacidad de asombro. Al salir de casa me encuentro con unos burros en la calle, están sueltos y sin albardas y no hay nadie que los vigile, pero no los fotografío. Ni los burros ni las cabras me llaman ya la atención. Los camellos si. Todos los días pasan por delante del ciber una recua de tres camellos cargados con haces de leña. El viejo que los lleva me prohíbe siempre que lo retrate. Pero a veces va un joven. Tengo que intentarlo con él. Los camellos son unos animales diferentes te miran con displicencia. Me parecen que ven demasiado vulgar, muy burdo en mis movimientos. Ellos son todo lo contrario, no son lentos, parece que dominan la calma, y se mueven con cierta elasticidad atlética. No se si consigo expresar lo que me parecen. Es como si fueran al gimnasio los cabrones.
A la salida del ciber me sobra tiempo para acercarme a la Iglesia a ver como celebran estos cristiano el día de San Gabriel. Me dicen que es una gran romería a la que todo el mundo acude vestido de blanco. Yo tengo una camiseta pero no se me ocurre ponérmela. Hago mal.
Voy andando. A medio camino del alto del Zeido hay que torcer a la izquierda y al fondo de la calle ya se ve, me dicen. Al fondo de la calle hay unas mujeres vendiendo hierbas, unas hierbas como hojas largas y estrechas. Se venden en manojos grandes que la gente tirará por el suelo de su casa o de sus negocios. Después de las mujeres se acaba la calle y tengo que torcer a la izquierda y allí está ya la gente arremolinada para entrar en el recinto. En la puerta hay un hombre con un megáfono diciendo algo del retrato de una santa para la que pide dinero. La gente le hace caso, quiere entrar y este hombre les molesta, pero le dan dinero. Me imagino que pagan favores a la santa. Hechos o por hacer. Se fian.
Ya dentro está casi todo lleno, sobre todo las áreas de sombra, debajo de los árboles y en los casetos que están pegados a los muros. No veo nada. Se oye la voz de un hombre que habla, debe de estar rezando. De vez en cuando la gente aplaude, chilla y canta o contesta o responde. No se. Me dedico a hacer fotos.
Por la puerta que yo entré todavía hay una distancia hasta la barrera de gente que está pendiente de lo que ocurre ante la fachada de la iglesia, que está a un nivel mas bajo. Parece que allí hay un espacio abierto donde se producen bailes, pero a lo mejor no. Puede que sea solo gente moviéndose. En el espacio libre de delante de la puerta hay un santurrón sentado en un sillón al lado de un altar. Ël va vestido con ropaje de ceremonia y le cachetea a la gente que se postra a sus pies, con una cruz de madera. Soy respetuoso y trato de hacer la foto sin molestar. La gente se pone de rodillas ante el altar del santurrón y se inclina hasta dar con la cabeza en el suelo. Como haría un musulmán. Hay también dos hombres fuertes custodiando el altar. Los controlo por si acaso, no vaya a ser que esté cometiendo algún sacrilegio. Perfo no creo vi a dos hombres con un a cámara de vídeo y a otro haciendo fotos. De repente el santurrón se fija en mi y se endereza. Extiende sus ropas y me hace señas para que lo retrate. No me lo puedo creer. Dos mujeres se le acercan, se arrodillan y él les da con la cruz sin dejar de mirar sonriente a la cámara. Creo que la foto no salió bien, pero me voy.
Recorro el recinto. La mayoría son mujeres. No se porque me recuerdan a mi tía Conchi. Muy aficionada a las estampas y fiel seguidora de algunos santos a los que le encomienda los detalles particulares de la vida. Ahí están celebrando el san Gabriel. Como mi tía con santa Rita de Casio o San Antonio. Es día de romería. Hay que venir por devoción y por tradición. En todos los años de mi vida no he faltado nunca, estará comentando mas de una en un amaharico con ligero acento somalí, a pesar de ser cristiana.
Me meto entre la gente y disparo sin detenerme. Busco el grupo y trato de mantener firme el pulso. Ya recortaré después en el ordenador. Hace sol, como todos los días. Pero hoy parece que la temperatura ha subido un poco. Estoy sudando y una gota se me mete en un ojo. Hay un niño vestido de milhomes que está discutiendo algo con su padre. Y hay una pareja de blancos que se han comprado el mejor paraguas que se ha comprado un paraguas en la india para venir al San Gabriel.
Es día de romería se viene a cumplir con el santo y a verse y dejarse ver. Se nota. Ignoro si dejarán para el día de hoy el estreno de los trajes nuevos pero puede que sea así están todos muy limpios y resplandecientes.
Se me llena la tarjeta y se bloque a el disparador. Me voy. Aun me da tiempo de darme una vuelta por los cíber por si alguno abrió tarde.
Me vuelvo andando y me encuentro a una mujer friendo una especie de donuts. No está agachada, ni sentada en el suelo. Más práctica ha preferido meterse en la alcantarilla. Esas hendiduras que corren paralelas al asfalto y a las aceras que no existen, esas son las alcantarillas. Solo están para cuando llueve. Dire Dawa se inundó una vez hace cinco años. Para marzo será el aniversario.
No abrió nadie. Me voy hasta el fondo del pueblo por si los toldos amarillos del fondo son los de una sala de ordenadores. Vaya, es un banco. He pasado todos los días por delante y no me había enterado. Claro que por aquí paso antes de las ocho que es cuando abre. Hay un hombre armado en la puerta. Le voy a hacer una foto. No creo que me dispare. Se lo pregunto y ni se inmuta. Le apunto con la cámara y me dice que no. Le tengo que hacer la foto. Parece un personaje de una de Sam Pekimpack. Le digo que no me dispare que se la voy a hacer. Se rinde y le disparo. No tengo cura.
Cuando vuelvo un taxista de un motocarro me hace señas parta que me acerque. Me pide que le haga una foto a la chica que va sentada en el asiento de delante. Es muy guapa. Ella no quiere. En el asiento de atrás van dos niñas musulmanas con el uniforme del colegio. Son como monjas bajitas. Solo se les ve el óvalo de la cara. Les apunto con la cámara y se tiran en el asiento. La chica quiere hacerse la foto pero se avergüenza. Se las empiezo a hacer. Escucha el disparador, no hay ningún ruido en la calle. Poco a poco se va girando y la retrato.
Son casi las doce, la hora de comer. Hoy quedamos en ir a un restaurante de la parte antigua de Dire Dawa por donde anduve ayer. No tienen pescado pero tienen pollo y una mezcla de bonito con verduras y otros platos que no se que contienen.Por la tarde nos quedamos en un hotel nuevo porque tiene wifi y consigo colgar la página de ayer. Me quedo allí tres horas, escribo esto, cuando salgo ya es de noche, son las seis.