¿Comer en un aeropuerto?… ¿O peor en un avión?

Sí quieres comer mal y caro vete a un aeropuerto, no es necesario que sea español. Ya sé, se trata de un mal universal (no por ello somos felices). En el aeropuerto, estás atrapado por los modernos salteadores de caminos, en especial ahora que “por razones de seguridad” no puedes llevar ni bocadillo ni botella en tu equipaje de mano (en el control), aunque sí si lo compras en el aeropuerto.

Cuando la mayoría de las compañías aéreas dejaron de darnos con el pollo asado en la cabeza o a ducharnos ya fuese con café o con agua mineral, llegaron nuevos tiempos. A cambio de unos precios nada despreciables, y siempre por “razones sanitarias” comenzaron a vendernos “bocatas” ¡aun más caros que los del aeropuerto! Abordo no tienes escapatoria.

Razones, razones, razones… ¿dirigidas?, ¿interesadas? Nunca lo sabrá el pobre pasajero, al que en las llamadas líneas de “Low Cost” con lo bonito que sería llamarlas: “De Bajo Costo”.

Pues como digo en esas líneas (según me han dicho) cobrarán por eructar o por el “pi-pi” hasta el punto de destino, ¡también! E, incluso, te sentirás agradecido cuando al acceder al avión la azafata te reciba con un guantazo (más que nada para que no cojas confianza); “cosas “veredes” querido Sancho” decía el Quijote. ¡Ah, qué tiempos! cuando el viajar era un placer caro…pero un placer.

Y yo a menudo me pregunto: ¿es que en las cafeterías del aeropuerto no te pueden dar dentro del bocadillo o del bote de refresco algo inadecuado para el avión? ¿ No se le puede escapar algo pocho en el “bocata” abordo?

¡¡Me rindo!! Antonio Caballos

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