En la Valdeorras rural, del mismo modo que en el resto de Galicia y muchos otros lugares del mundo, el calendario occidental, se regía por los ciclos de la naturaleza. De esta manera, el vino, como otros cultivos, tenía su propio ciclo según las estaciones del año.
En Valdeorras los romanos plantaron los primeros viñedos por ser cuna de hijos e hijas de diversos y únicos nombres: Godello, Dona Branca, Mencía, Merenzao, Brancellao, Sousón, Negreda, Grao Negro… Porque sus antepasados, desde tiempos antes de Cristo, moldearon las viñas con sus manos, hasta convertirlas en una extensión más de sí mismos. Porque vio nacer una denominación de origen que fue de las primeras de España. Porque en ella, cada piedra tiene su sitio, y todos los lugares desprenden aromas de milenarios nombres. Porque viticultores y bodegueros mecen sus caldos con los paisajes y las memorias irrepetibles en el microcosmos que es cada viña. Porque Valdeorras, fue madre quien de sintetizar, con su esencia, el sincretismo del vino a lo largo del tiempo, haciéndonos sentir un universo en cada botella.
Esta semana recomendaremos esta experiencia que te ofrece Galicia Incoming para disfrutar de un fin de semana lleno de vinos, catas y aguas termales.