Un escenario suele ser el lugar propicio para las confesiones. Y Barzin lleva más de diez años regalándoselas, en forma de pequeñas gemas de folk-pop melancólico, a aquellos que asisten a sus conciertos. A lo largo de este tiempo el cantautor canadiense ha sabido forjar un estilo extrañamente personal, esbozando a base de pequeñas y honestas historias un imaginario basado en los efectos demoledores de las relaciones fallidas, la culpa y el remordimiento.
Desde su primer álbum homónimo, su sonido han sufrido una tranquila y constante transformación. Desde el minimalismo deudor del slowcore canónico de Red House Painters, los momentos más tranquilos de Slint o la primera Cat Power propio de sus dos primeros discos las canciones del canadiense han ganado en variedad ypunch pop gracias a los arreglos de cuerda de Karen Graves y al renovado protagonismo de su voz.
Fruto de este cambio y del duro trabajo de los últimos cuatro años surge “To Live Alone In That Long Summer” (Monotreme Records, 2014), disco que veía la luz el pasado mes de febrero.
Fuente: Desconcierto Cultural