El secreto del gallo de corral cruceño se encuentra en que el ave se sacrifica a los nueve meses (cuando habitualmente se hace los siete), después de vivir al aire libre con alimentación natural a base de cereales (maíz, trigo y cebada) sin ningún tipo de aditivos. El resultado es una carne con un sabor más intenso, más bravo, de textura firme y con muy poca grasa debido la alimentación y al ejercicio físico que le obliga la vida en el campo. Sus cualidades culinarias lo han hecho merecedor de formar parte de la Red Europea de Patrimonio Gastronómico que promueve los productos locales y la cocina tradicional.
El menú del gallo de curral se ofertará en los establecimientos del casco urbano y de la zona rural de la localidad, que ofrecerán a sus clientes un primer plato a determinar por cada local, un segundo a base de gallo, postre, pan, vino, café y licores.