Las últimas horas de las tardes de septiembre pierden su luz mortecina con el relampagueo intermitente de las tormentas que anuncian el fin del otoño. Aunque el bochorno aún permanece atrapado en bolsas entre el aire eléctrico, el calor se extinguirá poco a poco; es la hora de la estación templada, de caminar sobre una alfombra de hojas muertas que tapizan de ocre los caminos y dejan al desnudo los frutos madurados durante el estío. La temporada de la vendimia en la Ribeira Sacra comenzó esta semana.
Los peregrinos del Camino Francés pueden ver una actividad tradicional a la fuerza: la particular orografía de la Ribeira Sacra obliga a que los avances en la recogida se incorporen poco a poco. Aunque, claro está, el trabajo poco tiene que ver con las tareas agrícolas en tiempos del Imperio romano, cuando llegó el cultivo de la vid a la zona más próspera de la Gallaecia latina.
La entrada del otoño aligera el Camino de peregrinos. La diferencia es de hasta 20.000 peregrinos menos: la vuelta al trabajo, la mayor inestabilidad meteorológica… Si sois de los que preferís -o no tenéis más remedio que– tener las vacaciones en septiembre, el Camino francés entra en una de las estaciones más interesantes; el clima aún no es frío aunque pueden darse algunas precipitaciones pero el Camino es más cómodo porque evitamos las bolsas de calor sofocante de los meses centrales del verano; la travesía a lo largo de las etapas nos enseña los trabajos agrícolas; podemos encontrar en la mesa de albergues y restaurantes algunos de los productos significativos y deliciosos de la despensa gallega.
Después de la etapa de Sarria y de vivir el descanso recogidos en el monasterio de la Magdalena, retomamos el camino en dirección a las dos localidades que pertenecen a la comarca de la Ribeira Sacra: Portomarín y Paradela.
Nos encontramos en la comarca más desconocida y misteriosa de Galicia. El germen del reino medieval que durante siglos estuvo poblada casi en exclusiva por monjes y eremitas. Las etapas del Camino francés atraviesan abundantes bosques de robles –carballo, el árbol gallego por excelencia– quizás la etimología de Ribeira se encontraría en el término Rovoyra, que haría alusión a la extensión e importancia de sus carballeiras.
Fuera de los orígenes más esotéricos, la comarca que separa las provincias de Lugo y Ourense está jalonado de monasterios de aires románicos, bosques autóctonos que irisan una paleta de ocres en el otoño.
Al salir de Sarria en dirección a Portomarín, pasamos por Santiago de Barbadelo. Esta parroquia resume la belleza de la comarca: se abre entre espesos bosques y contiene huellas del pasado románico que conformó Ribeira Sacra. La iglesia de Santiago de Barbadelo es un ejemplo clásico de estilo gallego: torre de planta cuadrada y una portada en la que se desarrolla un programa iconográfico. De este delicado pórtico destaca la figura humana con los brazos en cruz del tímpano y el juego de pájaros, animales y hombres de los capiteles del doble par de columnas.
Tras Barbadelo, Paradela. Podemos difrutar del mirador de Matacás, no demasiado popular aún. Ofrece unas vistas espectaculares del cañón del Sil y las riberas de Monforte y Sober. Si el río lleva bastante caudal, nos hipnotizará con su fecunda fuerza.
Portomarín fue una villa de paso de gran importancia durante la Edad Media con un gran puente y con hospital; los años sesenta y la “pantanización” del pais sumergieron todo bajo las aguas del Miño. La grandiosa iglesia-fortaleza de San Nicolás, erigida por los monjes-caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén en el siglo XII, se desmontó piedra a piedra para ser reedificada en la plaza del nuevo asentamiento.
Por su monumentalidad, riqueza de elementos y suntuosidad escultórica, constituye uno de los ejemplos más interesantes del románico lucense. La fachada románica de la iglesia de San Pedro, que también se trasladó a un extremo del pueblo (junto al Pazo de Berbetoros del XVII) es de bella factura. El pazo del Conde da Maza, del XVI y el pazo dos Pimentales también se subieron a la ubicación actual.
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La Ribeira Sacra en el Camino de Santiago comienza después de sarria, donde el albergue se situa en el magnífico Albergue Monasterio de la Magdalena.