19 de mayo de 2019. De Ponte de Lima a Fontoura

Saliendo de Ponte de Lima

He vuelto a romper con la etapa prevista.  Le he puesto siete kilómetros más, porque los 17 se me hicieron cortos.  La de hoy, era la etapa que más asustado me tenía, pues todo el mundo hablaba de la fuerte subida al Alto de Portela Grande de Labruja.  Se sube hasta los 400 metros de altitud partiendo de los 85 y se hace en 4,2 kilómetros.   Es una subida fuerte e incómoda en los últimos 500 metros porque es como subir escaleras, los ciclistas tienen que subir las bicicletas en el hombro.  Pero una vez arriba te recuperas y tienes dos kilómetros casi seguidos de bajada, hasta el Rulote Bar, lugar en el que no debéis deteneros nunca. Os contaré el por qué un poco más abajo.

Vistas desde el Alto da Portela Grande de Labruja

Al final anduve 29 km.  Un despiste me hizo andar tres kilómetros de más.  Cerca de las seis de la mañana, cuando ya había atravesado el puente de Ponte de Lima y tomado el camino girando a la derecha después del albergue, perdí la tercera flecha.  Tardé más de media hora en localizar el camino.  Ya sé que podía volver atrás; pero eso es lo último.  La primera identificación del camino es que pasaba por la iglesia, siempre pasa por las iglesias, de Arcozelo, y con ese dato busqué en Google Maps.  Media hora larga me llevó alcanzarla.

Puerta de la Iglesia de S. Marina. Arcozelo.

Domingo y a las seis de la mañana no había nadie en ningún lugar, ni un coche.  En ese momento si pasa un taxi libre le digo que me lleve a Tui, convencido de que no había sido mío el error.  Pero no pasó, menos mal.  Seguro que me despisté.  Desde Oporto el camino está muy bien señalizado.

Amanece buscando el camino.

La primera parada la había previsto en el bar de Codeçal, justo cuando el camino empieza a subir al Alto de Portela.  Llegué al bar acampañado de dos peregrinos de Santiago y de una pareja de vecinos del lugar, que me informaron de que el bar abriría a las ocho.  Los peregrinos se fueron y yo, junto a los vecinos esperamos a que dieran las ocho.  Abrieron con retraso.  Los vecinos se tomaron un lingotazo cada uno y yo dos bocatas y una coca por lo que pagué tres euros.

Subí al alto de Portela sufriendo lo justo.  En algún tramo pensé que si tuviera veinte metros más necesitaría oxígeno.   Ya arriba me encontré a dos jóvenes rusas que estaban descansando, nos conocíamos, les hice la foto y seguí camino.  Enseguida me animé al ver el anuncio del Rulote Bar que lo situaba a dos kilómetros del pino en que estaba clavado.  Acabé armándole un número al de la Rulote.  No le protesté porque me cobrara un cincuenta por ciento más de lo habitual lo hice porque no me puso hielo en la Coca Cola.  Uno se pone muy irascible cuando sube un desnivel de cuatrocientos metros de altura por un sendero de cabras.  Después de ver como flotaban unos cubitos en los zumos de naranja que pidieron unos conocidos peregrinos italianos, le pregunté por qué me había dicho que no tenía hielo y la respuesta fue que tenían poco y la Coca cola ya estaba fría.  No os cuento la que armé, pero diez kilómetros más tarde vinieron los italianos a decirme que también se habían sentido mal tratados.

Roulote Bar. Camino de San Roque.

Peregrinos en el Roulote Bar.

No me duró mucho el enfado a los pocos minutos me encontré con Alam, el peregrino canadiense con el que había salido de Lisboa y que había tomado, junto con otros, el camino de la costa después de Oporto.  Había preferido volver al camino central y se llevó tanta alegría como yo en el reencuentro.  Lo celebramos en un bar que hay delante del albergue de Rubiaes,  lugar que las guías señalan como final de etapa.

Peregrinos descansando subiendo al Alto da Portela.

Alam, es jubilado como yo, pero de profesiones bien diferentes.  Él era maquinista de trenes de mercancías.  Por un momento pensé en esos largos trenes que atravesaban Estados Unidos y a los que subían los parados del crack del 29.  ¿Y eran muy largos tus trenes? Le pregunté.  De tres kilómetros, me respondió.  Me quedé tan sorprendido que me contó que eran tan largos que cada convoy llevaba tres máquinas.  Una en cabeza, otra en la mitad del tren y una tercera en la cola.  No fui capaz de preguntarle más, esa imagen todavía la tengo en la cabeza.   Después me dijo algo así como que viajaba de día, dormía en un hotel y volvía a casa al día siguiente.  Nada más.

Alam a la izquierda con el peregrino húngaro. rubias

Estando con Alam y otro peregrino Húngaro,  me encontré tan bien que decidí ponerme a caminar un poco más.  Los dejé en el bar de enfrente del Albergue de Rubiaes bebiéndose la cerveza y yo eché a andar de nuevo y otra vez por un estrecho camino empedrado que corría entre prados y montes arbolados.   Para mi sorpresa, el camino que estaba recorriendo era la Vía Romana XIX, Rubiaes, y un poco más tarde cruzaba el puente sobre el río Coura, un puente también de origen romano.

Puente sobre el río Coura.

Más tarde el camino trancurría sobre la Milha XXXIV Maximino Daia y por ella llegué a Sao Bento de Porta Aberta donde, a la entrada, hay una capilla de 1.825, donde el púlpito ocupa casi todo el espacio.  Me detuve aquí, en el Bar Castro en donde coincidí comiendo con un peregrino mallorquín que había planeado hacer el camino antiguo pero que viendo el tiempo que iba a hacer había decidido caminar el portugués desde Oporto.  En el postre me confesó que también le había ayudado en el cambio de camino el que el viaje de Palma a Oporto le costara solamente 29 euros.

Camino de S. Bento da Porta Aberta

No me quedé a dormir en Sao Bento da Porta Aberta (que nombre), en donde me ofrecieron cama los del Bar Castro, porque era muy temprano y me encontraba con los pies en condiciones de caminar unos kilómetros más.

Seguí por la Milha XXXVI Nerva  y desde su final divisé por primera vez  y muy a lo lejos Valença do Miño y Tui.  En Fontoura me detuve la Taberna da Igreja.  allí notando el cansancio de la caminata decidí terminar la etapa. Pregunté si daban camas y me dijeron que no, pero que justo la casa de al lado era un albergue.

Partida de Trueque en el Bar da Igreja. Fontoura.

Dos mujeres que estaban sentadas en un sofá que había junto a unas literas, se alegraron mucho de verme y no sé por qué.  Nos habríamos visto antes.  También se alegró otra, a la que le entendía algo de lo que decía, y que confundí con la dueña del albergue.  Le pedí cama y ella me llevó a enseñarme la que le habían dado.  En eso vino un hombre que confundí con su marido y fui yo el que le saludó como si ya lo conociera.  Pero resultó ser el dueño del albergue.  La mujer se dio cuenta de mi error y trató de justificarme diciendo que como los dos tenían los ojos azules eso me había confundido.  Entonces abrí mucho mis ojos y se dio cuenta de que los tres los teníamos iguales y se marchó riéndose.  Al hospitalero le señalé la litera que quería y me la dio, hicimos los papeles, le pagué los 13 euros del precio de la cama, me di una ducha y me vine a escribir estas cosas que os cuento. a las que si no le veis interés alguno achacadlo al cansancio.  Sed buenos.

Albergue de Fontoura.

Mi cama en Fontoura

Ponte de Lima. Saliendo

Saliendo de Ponte de Lima

Horreo en Arcozelo

Camino de Codeçal.

Camino de Codeçal.

Capilla junto al bar de Codeçal.

Esperando que abra el bar. Codeçal

En el bar de Codeçal

Subiendo al Alto da Portela

Subiendo al Alto da Portela

Subiendo al Alto da Portela

Subiendo al Alto da Portela

Descansando de la subida al Alto da Portela

Bajando do Alto da Portela

Bajando do Alto da Portela

Bajando do Alto da Portela

Bajando do Alto da Portela

Bajando do Alto da Portela

Rio Coura

Puente sobre el río Coura.

Camino de S. Bento da Porta Aberta

Capilla en S. Bento da Porta Aberta.

Interior da capilla

Primeras vistas de Valença do Miño.

Camino de Fontoura

Bar da Igreja. Fontoura.

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