La vigésima edición de la Festa da Langosta e da Cociña Mariñeira se celebrará los días 3 y 4 de julio, en el recinto del puerto de A Guarda (Pontevedra). La reina de la mesa, la langosta, costará a 35 euros entera y a 18 euros media langosta. Los asistentes a esta cita gastronómica podrán disfrutar de 22 platos diferentes (con precio de 1 a 35 euros) y 7 postres. Una amplia programación, animará a disfrutar del ambiente de la villa, con actuaciones, actividades infantiles y feria de artesanía.
La famosa calidad de la gastronomía guardesa hizo que en 1991 se celebrase la primera Festa da Langosta. Desde la primera edición la gran afluencia de visitantes aseguró el éxito de la fiesta, que año tras año va creciendo y consolidándose. La fiesta adquirió una nueva dimensión en el año 2007, pues se incluyeron otros productos del mar y sobremesas típicas que aumentaron la tradicional oferta gastronómica. En el puerto de A Guarda se instalará el recinto de la fiesta, en la carpa se situarán los stands de los restaurantes y de los establecimientos colaboradores y las mesas donde se podrán degustar los exquisitos platos. En el exterior se realizarán las actividades para los más pequeños.
Habrá una gran oferta de mariscos y los precios de degustación de algunos de ellos son:
- Langosta entera, cocida o a la plancha, a 35 €. Media langosta a 18 €.
- Percebes a 10 €, zamburiñas a 8€, chocos a 5 €, empanadillas a 1 €, vieiras a 3€, mejillones y croquetas de langosta a 5€.
- Almejas a la marinera y pulpo a 9 €, empanada de zamburiñas y pimientos de Padrón a 4 €, brochetas de rape a 10 €.
- De postre podrás disfrutar de filloas rellenas, bica, tarta de Santiago, galletas de nata, rosquillas y otras variedades.
La gastronomía guardesa goza de reconocida fama gracias a la excepcional calidad de sus productos y, en especial, de su más preciado marisco, la langosta. Este crustáceo, que ha dado prestigio a A Guarda, está siendo exportado a otros muchos puntos del territorio español, de ahí que a esta villa se la conozca cono la Capital de la Langosta. Precisamente debido a este reconocimiento del marisco se comenzó a celebrar la Festa da Langosta. Pero en A Guarda también se puede degustar todo tipo de carnes y otros mariscos como por ejemplo percebes, nécoras, centollo, buey y bogavante.
Y para los que aprovechen la visita para probar los vinos de la zona les aconsejamos el vino tinto del país o el renombrado vino blanco del valle de O rosal, en sus variedades del rosal o albariño, traído durante la época medieval por los monjes cistercienses del monasterio de Oia. De postre, los mirabeles, fruta de la rica huerta rosalera que se suelen tomar preparados en almíbar. Tampoco debemos olvidar el tradicional roscón de yema. Además para aquellos que deseen llevarse su marisco a casa existe la posibilidad de comprar pescado fresco en la lonja situada en el mismo puerto pesquero, abierta todos los días laborales.
Para visitar
A Guarda ofrece enormes posibilidades para la práctica de deportes alternativos, especialmente para aquellos que tienen como medio el agua, ya sea en el mar o en el río. Así, la desembocadura del Miño es un marco ideal para llevar a cabo todo tipo de deportes, incluso el windsurf, gracias a los vientos ocasionales que actúan sobre la zona más caudalosa, la parte más próxima a Portugal. Además, tanto en el Miño como en sus afluentes también se puede practicar la pesca deportiva. La costa atlántica ofrece buenos y numerosos lugares para los aficionados al submarinismo, aunque también es posible la práctica del parapente y el ala delta no sólo en A Guarda sino también en municipios limítrofes.
Monte de Santa Tecla. Una atractiva carretera, con bellísimas vistas, conduce al legendario monte Santa Tecla, conocido por sus espectaculares vistas panorámicas, su citania y su riqueza arqueológica. En la cima, situada a 341 metros, se encuentra el Pico de San Francisco y O Facho, miradores naturales sobre la localidad y la desembocadura del Miño, el valle del Rosal y el vecino Portugal. En este privilegiado lugar se ubica también la ermita dedicada a Santa Tecla, importante por la antigüedad del culto que en ella se celebra.
Debe completarse la estancia en este lugar con la visita al museo, en el que se exponen restos arqueológicos hallados en el mismo monte. Ya en el descenso se puede visitar la citania (poblado galaico-romano) cuyas excavaciones se iniciaron en el año 1913. Desde entonces se han venido realizando sucesivas campañas de limpieza y consolidación para ofrecer en la actualidad un panorama inédito de la civilización castreña, ampliamente romanizada.