La estrategia del sector hostelero de llegar a la desestacionalización como forma de mantener ingresos sostenibles y poder ofrecer una oferta variada y acorde con las diferentes necesidades es el gran reto al que se enfrenta el sector en la actualidad. Zonas de Galicia en las que el turismo de verano es la principal fuente de ingresos se enfrentan en los meses como el presente a una época en la que las visitas y las pernoctaciones bajan considerablemente. Para el responsable de la oficina de turismo de Cambados, Manuel Galiñanes, el mejor recurso con el que cuenta la capital del Albariño para seguir atrayendo a los turistas ese es, el vino. Las rutas enoturísticas están comenzando a despuntar y, entre congresos de asociaciones y visitantes particulares, pueden hacer que las cifras del invierno remonten.
La semana pasada Cambados acogió, junto a Santiago, un congreso de cofradías enogastronómicas de Europa. El evento atrajo la semana pasada hasta la ciudad de Ramón Cabanillas a trescientos cofrades procedentes de doce países europeos. “La ocupación en el 70% de los hoteles de Cambados estuvo entre el 80% y el 90%” señala Galiñanes. Durante el fin de semana, los miembros de las asociaciones pernoctaron en la ciudad, utilizaron los edificios públicos como el auditorio José Peña para celebrar las ponencias y, en definitiva, dieron negocio a la mayor parte de los y treinta negocios, entre hoteles, casas rurales y hostales, con las que cuenta Cambados.
¿Es la celebración de congresos la respuesta para las temporadas bajas en las zonas más turísticas? No. La celebración de congresos es un síntoma, no una causa: “La desestacionalización plena es algo utópico –reflexiona Galiñanes—Los congresos y eventos relacionados son un objetivo a la hora de buscar clientes, pero el motivo por el que acudieron es porque Cambados es la capital del Albariño. Nuestros puntos fuertes son el rico patrimonio arquitectónico, las tradiciones, el arte y sobre todo, el vino”.
Entonces, el potencial de cambados, y de muchas comarcas de las Rías Baixas, está en el enoturismo, un modo de visitar comarcas y regiones que está ampliamente explotada en las zonas vinícolas de La Rioja o Catalunya, pero que en Galicia cuenta con un número creciente de seguidores, aunque está lejano del potencial que atesora la comunidad.
La ruta del vino Albariño atrae cada vez a más visitantes a las tierras del albariño. “En la oficina de turismo cada día se presentan más visitantes demandando información específica sobre la ruta del vino. Saben que están en tierra del albariño y quieren visitar bodegas” cuenta el responsable del turismo cambadés.
La Ruta del Albariño que han elaborado desde la oficina de turismo incluye cuatro zonas a visitar: “el límite geográfico está en la denominación de Rías Baixas. Todas parten desde cambados. Está la ruta Norte, que llega casi hasta Ribadumia, la ruta del Mar que alcanza Vilalonga, la ruta del Este que acaba en Mosteiro y la ruta del Sur, con destino en Meaño”.
El punto fuerte de la oferta está en los destinos: “para estar incluido en la ruta, los establecimientos deben pasar una auditoría auspiciada por la Secretaría de Estado para el Turismo y deben contar con un sello de calidad como el ISO” explica Manuel Galiñanes.
El nicho de Madrid
Gracias a este planteamiento, la popularidad del enoturismo sigue creciendo. El próximo mes, Pontevedra acogerá la primera feria española de enoturismo, poniendo una piedra más en la construcción de un tipo de turista en el que la playa y el sol poco tienen que ver.
El perfil del turista que se acerca a Cambados en busca de los caminos del albariño proviene de Madrid y tiene un nivel adquisitivo medio alto. Otro de los nichos está en el llamado “turismon de raíces”: gente de América con familiares en la zona que regresa para conocer la tierra de sus padres. Por último, los turistas de las comunidades vecinas y los procedentes de Francia, Alemania y el Reino unido completan las nacionalidades de los amantes del albariño.