Nunca permitas que la ética te arruine un buen negocio. O algo así deben pensar los directivos de Disney, que están a punto de abrir en China el mayor parque de atracciones de su franquicia. La ciudad de Shangai acogerá el nuevo parque temático, cuyas obras comenzarán el mes que viene, según informa el diario Shanghai Daily. El rotativo indica que, después de mover 1.200 tumbas, el emplazamiento ya está listo, y en breve podría iniciarse la primera fase de un proyecto que costará 2.691 millones de euros.
El director del proyecto y miembro del Gobierno de Shanghái, Fan Xiping, explicó que las negociaciones entre las partes china y estadounidense están en su “fase final”.
Disney perseguía abrir su primer parque de atracciones en China desde el año 2002. El proyecto no contó con la aprobación gubernamental hasta el año pasado. Con el visto bueno concedido, el emplazamiento presentó algunas dificultades, como el traslado de 1.200 tumbas que ocupaban el terreno. El proyecto, que ejecuta la empresa conjunta chino-estadounidense, Shanghai Shendi completará su primera fase, que ocupará 1,5 kilómetros cuadrados e incluirá un parque temático además de áreas de logística y aparcamientos.
El complejo costará alrededor de 25.000 millones de yuanes (2.691 millones de euros) y ocupará un área de ocho kilómetros cuadrados, lo que le convertirá en el mayor de los parques de Disney en el mundo. Está previsto que las obras acaben en 2014.
La multinacional tiene por ahora cinco complejos, dos en Estados Unidos, en Anaheim (California) y en Orlando (Florida), abiertos en 1955 y 1971, el de Tokio (inaugurado en 1983), el de París (1992) y el de Hong Kong (2005).
Cabe recordar que principios de mes, el disidente chino Liu Xiaobo recibía el premio Nobel de la Paz de parte del comité noruego. Tras este galardón, el establishment occidental quería reprender públicamente al Estado chino por sus faltas contra los Derechos Humanos y para dejar claro un mensaje: el que los negocios con China sean una cuestión de estado no quiere decir que los gobernantes sean insensibles hacia el sufrimiento de los encarcelados por cuestiones políticas o de conciencia.
Pero “Business is Business”, aquí y en la República Popular China.