El 1 de enero ha entrado en vigor la nueva normativa holandesa por la que los turistas que decidan viajar a Holanda no podrán fumar marihuana a partir de mayo en los ‘coffee shops’ de las tres provincias del sur, que lindan con Alemania y Bélgica, Limburg, Noord Brabant y Zeeland. Para el año 2013, el Ministerio de Justicia holandés espera haber cubierto todo el país.
Estos locales, unos 650 en todo el país, pasarán a ser clubes privados para holandeses o residentes en el país. Los turistas, que conforman hoy buena parte de la clientela, ya no podrán entrar.
El Gobierno holandés endurece así la normativa que regula los establecimientos donde se puede consumir marihuana, los ‘coffeeshops’, que después de décadas de haber sido un reclamo para viajar a Holanda, pasarán a ser lugares vedados para los turistas.
Obligados a transformarse en clubes cerrados con un máximo de 2.000 miembros, los “coffeeshops” estarán solamente abiertos para holandeses o extranjeros residentes en Holanda, una medida que los propietarios traducen como el fin de su negocio, ya que el 80% de sus clientes son turistas.
El Ministerio de Justicia de Holanda piensa que el “turismo del porro” es indeseable, y ha dado a los ‘coffeeshops’ un margen de tiempo para que se transformen y preparen una administración “controlable” con los datos de sus miembros.
La reforma finalizará en 2013
La normativa se aplicará primero en las tres provincias de sur (colindantes con Bélgica y Alemania), en mayo de 2012, para extenderse al resto del territorio nacional en 2013.
Para el sector defensor de la legalización total del cannabis en Holanda, al restringirse la entrada a los ‘coffeeshops’, se abre el circuito ilegal de esa droga.
La normativa holandesa de los ‘coffeeshops’ cuenta con una gran contradicción: regula el funcionamiento de estos locales pero mantiene como ilegal la producción del cannabis. Además el Gobierno holandés quiere que el cannabis que contenga más del 15% de su principio activo, tetrahidrocannabiol (THC), sea incluido en la lista de drogas duras.
Vigente desde 1976, la normativa de funcionamiento de los ‘coffeeshops’, que en la última década han pasado de unos 1.500 a 660, se ha presentado hasta ahora como una regulación modélica que mantenía bajo control el uso de la droga y reducía al mínimo su tráfico ilegal.