Dentro de no mucho tiempo es posible que los chefs de los buenos restaurantes ofrezcan con orgullo anchoa salvaje del cantábrico para distinguirla de la criada en cautividad. Antes tiene que haber dado buenos resultados el intento del Instituto Español de Oceanografía (IEO) de contar con un bocarte, criado en cautividad, que tendrá los mismos ácidos grasos, proteínas y textura que la que vive en libertad, y que servirá para repoblar la pesquería del Cantábrico, para el salazón de la industria conservera y para el cebo vivo.
Hace ya cuatro años que no se puede capturar este pescado en el mar por su escasez. Ante esta situación, el IEO de Santander, el Instituto Vasco de Investigación Marina, el Acuario de San Sebastián y la Universidad de Oviedo están desarrollando un proyecto para caracterizar genéticamente la anchoa del cantábrico con el fin de evitar su extinción. Estos estudios son los que servirán de base para conseguir criar en cautividad una anchoa con la misma grasa, textura y sabor que la que vive en libertad.
Para el año 2011, en el IEO de Santander, esperan culminar con éxito este trabajo. En la actualidad, el centro santenderino cuenta con ejemplares de esta especie, capturados en el mar, que viven perfectamente en cautividad alimentándose de un pienso que elabora el Instituto. En cuatro años, la anchoa volverá a ser “el caviar del Cantábrico”, como la definió el presidente de la comunidad Miguel Angel Revilla.